A poco de obtener su independencia (1948), Israel promulgó el decreto “Leyes
y Administración”, que estipulaba que las leyes vigentes en el país antes de la
independencia permanecerían en vigor mientras no contradijeran los principios
enunciados en la Declaración de Independencia del Estado de Israel y no fueran
incompatibles con las que promulgara en el futuro la Knéset. Así, el sistema
legal incluye vestigios de la ley otomana (vigente hasta 1917), leyes del
Mandato Británico (1918-1948), que incorporan gran parte del derecho
consuetudinario inglés, elementos de la ley religiosa judía y algunos elementos
de otros sistemas.
Sin embargo, la característica principal del ordenamiento jurídico israelí es
el gran cuerpo de legislación y de jurisprudencia original que se ha ido
desarrollando desde 1948. Una vez establecido el Estado, se confió a la Knéset
la tarea de promulgar una serie de leyes básicas, referentes a todos los
aspectos de la vida, que una vez reunidas formarán una constitución. Ya se han
promulgado numerosas Leyes Básicas, que definen los rasgos fundamentales de las
instituciones, tales como la Presidencia, la Knéset, el Gobierno, el Poder
Judicial, las Fuerzas de Defensa de Israel, el Contralor del Estado, y otras
varias sobre derechos ciudadanos, como Libertad de Ocupación (referente al
derecho a seguir la vocación que uno ha elegido) y Dignidad y Libertad Humana,
que otorga protección contra atentados a la vida, al cuerpo o a la dignidad de
una persona.