CULTURA: Artes Visuales

CULTURA: Artes Visuales

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    Desde comienzos del siglo XX, las Bellas Artes en Israel han demostrado una orientación creativa, en la que han influido el encuentro entre Oriente y Occidente. En general, los paisajes, preocupaciones y política locales ocupan el centro del arte israelí, otorgándole su singularidad.​​​​​​​​
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    CULTURE: Visual Arts CULTURE: Visual Arts
    Cortesía de la Academia de Arte y Diseño Betzalel, Jerusalén
     
    Bezalel, the Academy of Art and Design, Jerusalem
    Foto cortesía de la Academia de Arte y Diseño Betzalel, Jerusalén

    Desde comienzos del siglo XX, las Bellas Artes en Israel han demostrado una orientación creativa, en la que han influido el encuentro entre Oriente y Occidente, las particularidades del país y de su desarrollo, y el carácter de las ciudades, así como estilos diversos provenientes de centros de arte del extranjero. En pintura, escultura, fotografía y otras formas artísticas, el variado paisaje del país es el protagonista: los montes y las terrazas escalonadas en sus laderas crean dinámicas especiales de línea y forma; las colinas del Néguev, la dominante vegetación gris verdosa y la clara luminosidad provocan efectos de color distintivos; y el mar y la arena afectan las superficies. En general, los paisajes, preocupaciones y política locales ocupan el centro del arte israelí, otorgándole su singularidad.

     
    La actividad artística organizada en el país empezó en 1906, año en que el Profesor Boris Schatz (1867-1932) llegó de Bulgaria a establecerse en Jerusalén y fundó allí la Escuela de Artes y Artesanías Betzalel, de acuerdo a un plan aprobado en el Congreso Sionista de 1905 para estimular a jóvenes judíos talentosos a estudiar arte en la Tierra de Israel. Hacia 1910, la escuela contaba ya con 32 departamentos diferentes, un cuerpo estudiantil de 500 alumnos y un mercado dispuesto a adquirir sus trabajos en todo el mundo judío.
     
    Además de pintores y escultores, la vida artística del país comprende una multitud de talentosos artesanos (ceramistas, orfebres, tejedores, calígrafos, sopladores de vidrio, etc.) muchos de los cuales se especializan en interpretaciones modernas de objetos rituales judíos tradicionales.
     
    El entusiasmo por el arte existe en todas las clases sociales. Los israelíes promueven y apoyan las actividades artísticas visitando exposiciones - individuales, colectivas y retrospectivas - en los múltiples museos y galerías privadas del país, frecuentando los barrios de artistas de Safed, de Yafo o de la aldea de artistas Ein Hod, y adquiriendo obras de artistas locales.
     
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  • Pintura

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    Towards Jerusalem, painting by Mordechai Ardon
    Hacia Jerusalén, Mordechai Ardon (Museo de Israel, Jerusalén, con autorización del Dr. M. Ardon)

    Al principio, la orientación artística de Betzalel, que pretendía crear un “arte original judío”, fundiendo técnicas europeas con influencias locales, resultó en pinturas de escenas bíblicas basadas en románticas interpretaciones del pasado unidas a utópicas visiones del futuro, con imágenes extraídas de las comunidades judías orientales y de los beduinos locales. Entre los artistas de este período se destacan Shmuel Hirszenberg (1865-1908), Efraim Lilien, (1874-1925) y Abel Pann (1883-1963).

    La primera exposición de arte importante, realizada en 1921 en la Ciudadela de David, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, estuvo dominada por pintores de la Escuela Betzalel. Poco después, sin embargo, el anacrónico estilo narrativo oriental-nacional de Betzalel fue desafiado tanto por jóvenes rebeldes dentro de la propia escuela Betzalel como por artistas recién llegados, que empezaron a buscar una expresión apropiada para lo que ellos llamaban arte “hebreo”, en oposición a “judío”. En un intento por definir su nueva identidad cultural y expresar su visión del país como fuente de renovación nacional, pintaron la realidad cotidiana del panorama local, con énfasis en la brillante luz y los resplandecientes colores del paisaje, y destacaron temas exóticos tales como el simple estilo de vida árabe, por medio de una técnica predominantemente primitiva, como se ve en las obras de pintores como Israel Paldi, Tziona Tagger, Pinhas Litvinovsky, Nahum Gutman y Reuven Rubin. Hacia mediados de la década de los años 20, muchos artistas se habían establecido en la dinámica y nueva ciudad de Tel Aviv (fundada en 1909), que continúa aún hoy siendo el centro de la actividad artística del país.

     
    El arte de los años 30 estuvo fuertemente influido por las innovaciones de comienzos del siglo XX, la más poderosa de las cuales fue el expresionismo que emanaba de los talleres de París. Obras de pintores como Moshe Castel, Menachem Shemi y Arie Aroch tendían a retratar una realidad emocionalmente cargada y a menudo mística mediante el uso de la distorsión, y, aunque los temas seguían girando en torno a los paisajes y las imágenes locales, los componentes narrativos de diez años antes desaparecieron gradualmente y el mundo oriental-musulmán se desvaneció por completo.
     
    El expresionismo alemán fue introducido a mediados de los años 30 con la llegada de artistas que huían del creciente terror nazi. Uniéndose a los artistas nacidos en Alemania Anna Ticho y Leopold Krakauer, que habían llegado a Jerusalén 10 a 20 años antes, este grupo, que incluyía a Hermann Struck, Mordechai Ardon y Jakob Steinhardt, se dedicó en gran medida a interpretaciones subjetivas del paisaje de Jerusalem y las colinas circundantes. Estos artistas aportaron una contribución significativa al desarrollo del arte local, en particular por medio de la orientación dada a la Escuela Betzalel por Ardon y Steindhart, bajo cuya guía una nueva generación de artistas llegó a la madurez.
     
    La ruptura con París durante la Segunda Guerra Mundial y el trauma del Holocausto llevaron a varios artistas, entre ellos Castel, Yitzak Danziger y Aharon Kahana a adoptar la naciente ideología ‘cananea’ que buscaba identificarse con los población autóctona del país para crear un ‘nuevo pueblo hebreo’, reviviendo mitos antiguos y motivos paganos. La Guerra de Independencia de 1948 llevó a otros artistas como Naftali Bezem y Avraham Ofek a adoptar un estilo militante con un claro mensaje social. El grupo más significativo que se formó en este período fue el de ‘Nuevos Horizontes’, que pretendía liberar la pintura israelí de su carácter local y sus asociaciones literarias para llevarla a la esfera del arte contemporáneo europeo.
     
    Se desarrollaron dos corrientes principales: Yosef Zaritzky, la figura dominante del grupo, tendió hacia un lirismo atmosférico, caracterizado por la presencia de fragmentos identificables de paisaje local y tonos fríos. Su estilo fue adoptado por otros, sobresaliendo Avigdor Stematsky y Yehezkel Streichman. La segunda corriente, un abstraccionismo estilizado que iba del geometricismo a un formalismo frecuentemente basado en símbolos, se evidenció fuertemente en las obras del artista de origen rumano Marcel Janco, que había estudiado en París y fue uno de los fundadores del dadaísmo. El grupo Nuevos Horizontes no solo legitimizó el arte abstracto en Israel, sino también contribuyó a su predominio hasta comienzos de la década de 1960.
    Pomegranates in Safed, painting by Nahum Gutman
    “Granadas en Safed”, de Nahum Gutman (Cortesía del Museo Nahum Gutman y del Prof. Menahem Gutman)

    Los artistas de los años 1960 proporcionaron la conexión entre las actividades del grupo Nuevos Horizontes y la búsqueda de individualidad en la siguiente década. Streichman y Stematsky, ambos profesores del Instituto Avni en Tel Aviv, influyeron fuertemente en una segunda generación de artistas que incluía a Raffi Lavi, Aviva Uri, Uri Lifschitz y Lea Nikel. Éstos, en su búsqueda de una imaginería personal desafiaron el delicado trabajo de pincel del abstraccionismo lírico con obras pluralistas que incluían diversos estilos abstractos expresivos y figurativos derivados de fuentes extranjeras.

     
    Estos artistas formaban parte del Grupo de los Diez, constituido a fines de los años 50, que se oponía  a la tendencia universalista del arte, entonces prevaleciente, y proponía basar el arte en el paisaje y en el individuo de Israel. A diferencia del aura elitista europea de la que gozaba el grupo Nuevos Horizontes, se identificaba al Grupo de los Diez con el “sabra”, el israelí nativo, y con la generación del Palmah. En los años 60, los artistas “realistas” Ori Reisman e Yitzhak Mambush se unieron al grupo.
     
    En la Escuela Betzalel, la influencia de Ardon, especialmente en lo referente a temas y técnica, se manifestó en los trabajos de Avigdor Arikha, que desarrolló un mundo de formas lleno de un intenso significado espiritual. La influencia de Ardón se hizo sentir también en el retorno a temas figurativos que evocan el Holocausto, y temas judíos tradicionales, como se nota en las pinturas surrealistas de Yossl Bergner y Samuel Bak. Jacob Agam, con un estilo radicalmente distinto, es un pionero en el arte óptico y cinético, y sus obras se exhiben de modo destacado, en Israel y en otros países.
     
    Aunque las características minimalistas del arte en la década de 1970 casi siempre incluyeron formas transparentes y amorfas reminiscentes de la pintura abstracta local, la exposición de ideas más que la estética dominó las obras de artistas como Larry Abramson y Moshé Gershuni. Los artistas de los años 80 y 90, trabajando en una atmósfera de experimentación individual, parecen estar buscando el contenido y sentido del espíritu de Israel integrando una amplia gama de materiales y técnicas, así como de imágenes basadas en elementos locales y universales tan diversos como las letras del alefato hebreo y las emociones humanas de tensión y miedo. Las corrientes actuales, como se expresan en las obras de Pinhas Cohen-Gan, Deganit Beresht, Gabi Klasmer, Tsibi Geva, Tzvi Goldstein, David Reeb y otros, siguen luchando por ampliar la definición del arte israelí más allá de sus conceptos y materiales tradicionales, como expresión singular de una cultura autóctona y como dinámico componente del arte occidental contemporáneo.

  • Escultura

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    Meskin (the actor), sculpture by Ze'ev Ben-Zvi
    El actor Meskin, escultura de Ze'ev Ben-Zvi (Cortesía del Museo de Arte “Mishkan LeOmanut”, Ein Harod)

    Durante un largo período antes de la independencia, la escultura floreció gracias a los esfuerzos de unos pocos artistas. Aunque Avraham Melnikoff (conocido por su imponente león de piedra en Tel Hai), y Zeev Ben-Zvi introdujeron el cubismo, la escuela de escultura más académica, representada por Moshe Ziffer, Aharón Priver y Batya Lishansky, dominó el campo en aquel período.

    A fines de los años 40, la ideología ‘Cananea’ influyó en varios artistas, en particular Yitzhak  Danziguer, cuya figura del héroe-cazador pagano Nimrod, esculpida en arenisca roja  de Nubia, intenta crear una síntesis entre la escultura del Medio Oriente y el concepto moderno del cuerpo humano; en cambio las formas de su escultura de ovejas recuerdan las rocas del desierto, los canales de agua y las tiendas de beduinos. En la década de 1950, la escultura adoptó nuevos materiales y una escala monumental, haciéndose cada vez más abstracta, estimulada en parte por la reciente introducción del uso del hierro y del acero Corten (que adquiere una patina rojiza) como medio de expresión escultural.

    El deseo de dejar un recuerdo tangible de los caídos en las guerras de Israel otorgó un nuevo estímulo a la escultura a partir de los años 60. Muchos grandes monumentos, en su mayoría no figurativos, se incorporaron así al paisaje israelí. Este género está representado por el ‘Memorial naval de Achziv’, de acero soldado, obra de Yehiel Shemi, que expresa los rigores de la naturaleza y la capacidad humana para la violencia y la destrucción, y por el ‘Monumento a la Brigada del Néguev’ de Dani Karavan, en las afueras de Beer Sheva, que evoca el carácter especial de la lucha en el desierto.
     
    Bajo la influencia de la escuela francesa en general y del expresionismo en particular, los actuales artistas conceptuales israelíes están creando proyectos e instalaciones ambientales con una amplia gama de materiales, para manifestar sus reacciones individuales a la realidad social y política. Las obras del controvertido escultor Yigal Tumarkin, que incorporan un poderoso juego de formas y símbolos, expresan su protesta contra la guerra por medio de formas abstractas geométricas y figurativas. La tendencia al minimalismo geométrico se destaca especialmente en la obra de Menashé Kadishman a través del uso persistente de imágenes de ovejas, por una parte como eco del  carnero en el sacrificio bíblico de Isaac y por la otra como mito personal que simboliza a la víctima indefensa.
     
    Varios escultores israelíes han alcanzado reconocimiento internacional, entre ellos Tumarkin, Karaván, Kosso Eloul e Israel Hadany, cuyas obras se exponen en lugares públicos y en colecciones privadas en el extranjero.

  • Fotografia

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    Photo by Pesi Girsch
    Fotografía, Pesi Girsch
    Photography
    Cortesía de Bezalel, la Academia de Arte y Diseño, Jerusalén

    La fotografía artística en Israel en la actualidad se centra tanto en temas personales – las cuestiones perennes de vida, muerte, arte e ilusión – como en lo nacional/político. La fotografía se caracteriza hoy por su intimidad, su reserva y su preocupación con el yo, tanto por reacción contra el estilo romántico informativo que dominó sus primeras etapas de desarrollo, como por derivación del mismo. A mediados del siglo XIX, la fotografía local se limitaba a poco más que servicios básicos, tales como retratar los Lugares Santos (principalmente cristianos) para uso de peregrinos y turistas.

    A partir de 1880, los fotógrafos comenzaron a documentar el desarrollo de la comunidad judía de la Tierra de Israel ( entonces Palestina). Retrataban a los pioneros trabajabando la tierra y construyendo ciudades y pueblos, con un enfoque heroico basado en una ideología moderna y laica, y en los deseos de sus clientes que usaban estas fotografías para promover causas específicas como la del Fondo Nacional Judío.

     
    El desarrollo del país en los primeros años después de la independencia fue fielmente registrado por varios fotógrafos de prensa talentosos, algunos activos hasta hoy, como Tim Gidal, David Rubinger, Werner Braun, Boris Carmi, Zev Radovan, David Harris y Micha Bar Am. Cruzando el tenue límite entre la ‘fotografía como documento’ y la ‘fotografía artística’, se cuentan, entre otros, Aliza Auerbach, que se centra en el retrato; Neil Folberg, Doron Horwitz y Shai Ginott, que se dedican a la naturaleza; David Darom, un experto fotógrafo submarino; y Dubi Tal y Moni Haramati, especializados en fotografía aérea.
     
    Varias opciones importantes de exhibición de trabajos fotográficos existen ahora en Israel. La principal es la Bienal de Fotografía, que se celebra en el Palacio de las Artes (Mishkan Le’Omanut) del kibutz Ein Harod. El Museo de Fotografía de Tel Hai, en la Alta Galilea, atrae también un público considerable.
     
    En los últimos años, al irse reconociendo a la fotografía como forma de arte legítima, han surgido varios fotógrafos creativos, con el apoyo de galerías, museos, conservadores y coleccionistas de Israel y del extranjero. El más notable de estos fotógrafos creativos es Adi Nes, nacido en 1966 en Kiriat Gat, en una familia de inmigrados de Kurdistán y de Irán. En los años 90 causó no poco revuelo con la serie “Soldados” que explora cuestiones de identidad nacional, y en particular identidad masculina del israelí, en un contexto fuertemente machista, ambivalente e introspectivo. Su obra “Relatos Bíblicos”, en la que muestra personajes bíblicos, plasmando circunstancias de su historia en un entorno contemporáneo perturbador (sin hogar, sumidos en la miseria), enfoca el paso de la sociedad israelí de una escala de valores socialista a un modo de vida cada vez más capitalista. La reciente venta de una de sus obras sin título (designada por los críticos como “La Última Cena”) por 264.000 dólares en la subasta anual de arte judío e israelí de la casa Sotheby’s, marca un hito en la apreciación internacional del arte israelí.