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Hacia Jerusalén, Mordechai Ardon (Museo de Israel, Jerusalén, con autorización del Dr. M. Ardon) |
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Al principio, la orientación artística de Betzalel, que pretendía crear un “arte original judío”, fundiendo técnicas europeas con influencias locales, resultó en pinturas de escenas bíblicas basadas en románticas interpretaciones del pasado unidas a utópicas visiones del futuro, con imágenes extraídas de las comunidades judías orientales y de los beduinos locales. Entre los artistas de este período se destacan Shmuel Hirszenberg (1865-1908), Efraim Lilien, (1874-1925) y Abel Pann (1883-1963).
La primera exposición de arte importante, realizada en 1921 en la Ciudadela de David, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, estuvo dominada por pintores de la Escuela Betzalel. Poco después, sin embargo, el anacrónico estilo narrativo oriental-nacional de Betzalel fue desafiado tanto por jóvenes rebeldes dentro de la propia escuela Betzalel como por artistas recién llegados, que empezaron a buscar una expresión apropiada para lo que ellos llamaban arte “hebreo”, en oposición a “judío”. En un intento por definir su nueva identidad cultural y expresar su visión del país como fuente de renovación nacional, pintaron la realidad cotidiana del panorama local, con énfasis en la brillante luz y los resplandecientes colores del paisaje, y destacaron temas exóticos tales como el simple estilo de vida árabe, por medio de una técnica predominantemente primitiva, como se ve en las obras de pintores como Israel Paldi, Tziona Tagger, Pinhas Litvinovsky, Nahum Gutman y Reuven Rubin. Hacia mediados de la década de los años 20, muchos artistas se habían establecido en la dinámica y nueva ciudad de Tel Aviv (fundada en 1909), que continúa aún hoy siendo el centro de la actividad artística del país.
El arte de los años 30 estuvo fuertemente influido por las innovaciones de comienzos del siglo XX, la más poderosa de las cuales fue el expresionismo que emanaba de los talleres de París. Obras de pintores como Moshe Castel, Menachem Shemi y Arie Aroch tendían a retratar una realidad emocionalmente cargada y a menudo mística mediante el uso de la distorsión, y, aunque los temas seguían girando en torno a los paisajes y las imágenes locales, los componentes narrativos de diez años antes desaparecieron gradualmente y el mundo oriental-musulmán se desvaneció por completo.
El expresionismo alemán fue introducido a mediados de los años 30 con la llegada de artistas que huían del creciente terror nazi. Uniéndose a los artistas nacidos en Alemania Anna Ticho y Leopold Krakauer, que habían llegado a Jerusalén 10 a 20 años antes, este grupo, que incluyía a Hermann Struck, Mordechai Ardon y Jakob Steinhardt, se dedicó en gran medida a interpretaciones subjetivas del paisaje de Jerusalem y las colinas circundantes. Estos artistas aportaron una contribución significativa al desarrollo del arte local, en particular por medio de la orientación dada a la Escuela Betzalel por Ardon y Steindhart, bajo cuya guía una nueva generación de artistas llegó a la madurez.
La ruptura con París durante la Segunda Guerra Mundial y el trauma del Holocausto llevaron a varios artistas, entre ellos Castel, Yitzak Danziger y Aharon Kahana a adoptar la naciente ideología ‘cananea’ que buscaba identificarse con los población autóctona del país para crear un ‘nuevo pueblo hebreo’, reviviendo mitos antiguos y motivos paganos. La Guerra de Independencia de 1948 llevó a otros artistas como Naftali Bezem y Avraham Ofek a adoptar un estilo militante con un claro mensaje social. El grupo más significativo que se formó en este período fue el de ‘Nuevos Horizontes’, que pretendía liberar la pintura israelí de su carácter local y sus asociaciones literarias para llevarla a la esfera del arte contemporáneo europeo.
Se desarrollaron dos corrientes principales: Yosef Zaritzky, la figura dominante del grupo, tendió hacia un lirismo atmosférico, caracterizado por la presencia de fragmentos identificables de paisaje local y tonos fríos. Su estilo fue adoptado por otros, sobresaliendo Avigdor Stematsky y Yehezkel Streichman. La segunda corriente, un abstraccionismo estilizado que iba del geometricismo a un formalismo frecuentemente basado en símbolos, se evidenció fuertemente en las obras del artista de origen rumano Marcel Janco, que había estudiado en París y fue uno de los fundadores del dadaísmo. El grupo Nuevos Horizontes no solo legitimizó el arte abstracto en Israel, sino también contribuyó a su predominio hasta comienzos de la década de 1960. |