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El reinado de los Hasmoneos concluyó y Judea se convirtió en provincia romana |
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El templo de Herodes, en la maqueta de la Jerusalén del Segundo Templo (Cortesía del Museo de Israel, Jerusalén) |
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Moneda con la inscripción IVDAEA CAPTA (Judea capturada) acuñada por los romanos después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 EC (Autoridad de Antigüedades de Israel) |
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Tetradracma acuñada durante la rebelión de Bar Kojba (siglo II) con la inscripción Simón/por la Libertad de Jerusalén |
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Dominación romana (63 AEC-313 EC)
Cuando los romanos reemplazaron a los seléucidas como principal potencia de la región, otorgaron al rey hasmoneo Hircano II, una limitada autoridad dependiente del gobernador romano en Damasco. Los judíos fueron hostiles al nuevo régimen y en los años siguientes estallaron frecuentes insurrecciones. El último intento de restaurar la antigua gloria de la dinastía hasmonea fue realizado por Matatías Antígono, cuya derrota y muerte puso término (40 AEC) al régimen hasmoneo, y la Tierra de Israel pasó a ser un estado vasallo dentro del imperio romano.
En el año 37 AEC, Herodes, yerno del rey Hircano II, fue designado por los romanos rey de Judea. Poseedor de una autonomía casi ilimitada en los asuntos internos del país, pasó a ser uno de los más poderosos monarcas de la parte oriental del imperio romano. Gran admirador de la cultura greco-romana, Herodes inició un vasto programa de edificaciones que incluyó las ciudades de Cesarea y Sebastia y las fortalezas de Herodión y Masada. Asimismo refaccionó el Templo convirtiéndolo en uno de los más magníficos edificios de su tiempo. Pero, a pesar de sus múltiples logros, Herodes no fue capaz de ganar la confianza y el apoyo de sus súbditos judíos.
Diez años después de la muerte de Herodes (4 AEC), Judea quedó bajo la directa administración romana (6 EC). El creciente enojo contra la supresión romana de la vida judía condujo a violencias esporádicas que culminaron en una revuelta general en el año 66 EC. Las superiores fuerzas romanas, dirigidas por Tito resultaron finalmente victoriosas, destruyendo totalmente Jerusalén (70 EC) y derrotando la última posición judía en Masada (73 EC).
La destrucción total de Jerusalén y del Segundo Templo fue catastrófica para el pueblo judío. De acuerdo al historiador judío de la época Flavio Josefo, cientos de miles de judíos perecieron en el asedio a Jerusalén y en distintas partes del país, y muchos miles fueron vendidos como esclavos.
Un último breve período de soberanía siguió a la rebelión de Shimón Bar Kojbá (132), durante la cual se recobraron Judea y Jerusalén. Sin embargo, dado el enorme poderío de los romanos, el resultado era inevitable. Al término de tres años, conforme a la costumbre romana, Jerusalén fue "arada con una yunta de bueyes"; Judea fue llamada Palestina, y Jerusalén, Aelia Capitolina.
Aunque el Templo fue destruido y Jerusalén quemada hasta los cimientos, los judíos y el judaísmo sobrevivieron su encuentro con Roma. El ente judicial y legislativo supremo, el Sanhedrín (sucesor de la Knéset Haguedolá), fue reconstituido en Yavne (70 EC) y posteriormente en Tiberíades. Sin el marco unificador de un estado y del Templo, la pequeña comunidad judía se recobró gradualmente, siendo reforzada de vez en cuando por exiliados que regresaban. La vida institucional y comunitaria se renovó, los sacerdotes fueron reemplazados por rabinos y la sinagoga pasó a ser el centro de las comunidades judías, como lo evidencian las ruinas de sinagogas encontradas en Capernaum, Korazín, Baram, Gamla y otros lugares. La Halajá (ley religiosa) pasó a ser el lazo común entre los judíos y se transmitió de generación en generación.
Masada: Cerca de 1.000 hombres, mujeres y niños que sobrevivieron la caída de Jerusalén ocuparon y fortificaron el complejo del palacio de Herodes en Masada, ubicado en la cumbre de un monte cerca del Mar Muerto, donde durante tres años resistieron los repetidos intentos romanos para desalojarlos. Cuando los romanos finalmente escalaron Masada e irrumpieron dentro de sus muros, descubrieron que los defensores y sus familias habían preferido darse muerte con sus propias manos que someterse a la esclavitud.
Halajá: Conjunto de leyes que ha guiado la vida judía en todo el mundo desde los tiempos post-bíblicos. Trata de las obligaciones religiosas de los judíos, tanto en sus relaciones interpersonales como en su conducta ritual y comprende prácticamente todos los aspectos del comportamiento humano: nacimiento y matrimonio, alegría y pesares, agricultura y comercio, ética y teología. Con raíces en la Biblia, la halajá se basa en el Talmud, un compendio de leyes y tradiciones judías (finalizado aproximadamente en el año 400), que comprende la Mishná - la primera compilación escrita de la Ley Oral (codificada en el año 210), y la Guemará, que comenta y amplía la Mishná.
Para proporcionar una guía práctica de la Halajá, estudiosos religiosos elaboraron diversos compendios concisos y sistemáticos, a partir de los siglos I y II. Entre las más autorizadas de esas codificaciones se cuenta el Shulján Aruj, escrito por Yosef Caro en Safed (Tzfat) en el siglo XVI.
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