Tras La nostra classe, Carme Portaceli nos abre la puerta a Hanoch Levin, el autor más importante de Israel, dramaturgo, director y poeta. Un retrato irrevocable de la condición humana que traspasa todas las fronteras con Pere Arquillué en el papel de Krum.
Krum (“costra” en hebreo), el antihéroe de Hanoch Levin, vuelve a casa con su maleta vacía tras una larga ausencia. No ha triunfado, no se ha casado, no ha ganado dinero, no ha sacado nada de ello. Cuando llega, ese mundo que él se había pintado interiormente, un mundo idílico, es totalmente diferente, sin sueños, paralizado, apático. Es como si, en su ausencia, nadie hubiera dado ni un paso adelante, como si hubieran olvidado desarrollarse, avanzar.La vida transcurre de un pequeño suceso a otro, no sucede nada importante, responden sólo a los impulsos de los nacimientos, bodas y funerales. Pero de entre los acompañantes, Krum (el costra) es el más pasivo, los demás se casan, los demás fallecen, los demás desean vivir. Él es como una especie de espectador que se ha perdido a sí mismo y aparece de repente para poblar un mundo de ilusiones.Un ser que ve el mundo como una puesta en escena cargada de sus miedos, de sus fantasías. Un retrato impresionante y repleto de sentido del humor de un pequeño mundo poblado por todos nosotros. Carme Portaceli. Fuente Teatre Lliure