Shani Boianjiu, un ángel en el Ejército

Shani Boianjiu, un ángel en el Ejército

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    ​La autora novel de 26 años cuenta la experiencia de tres jovencitas en el Ejército israelí en su libro 'La gente como nosotros no tiene miedo'

    "Para los israelíes que, como yo, viven a pocos kilómetros de la frontera libanesa, la masacre en Siria ya es parte de la banda sonora de su vida. Cada vez hay más casos de rebeldes infiltrados.Y casi todos los días siento aviones de guerra entrenando encima de mi cabeza. El pasado mes, sin ir más lejos, varios misiles cayeron a unos metros de donde yo estaba...”, cuenta Shani Boianjiu (Jerusalén, 1987). Con tan sólo 26 años, esta joven israelí acaba de publicar un libro pseudobiográfico en el que cuenta la experiencia de tres jovencitas (Yael, Avishag y Lea) que pasan de niña a mujer en el Ejército. La gente como nosotros no tiene miedo (editorial Alfaguara) fue escrito “casi sin querer” durante su etapa en la Universidad de Harvard, donde fue para estudiar Filología al terminar el servicio militar. A miles de kilómetros de su casa, Shani relató con mirada patriótica y desenfadada una parte de su vida en la que las noches no eran tan locas ni tan poco estrelladas.

    “Yo vivo en una parte de Israel poblada por israelíes musulmanes y cristianos. Los soldados de las Fuerzas Armadas Israelíes suelen traer en ambulancia a sirios heridos desde la frontera hasta el hospital de Nahariya, el más cercano, para recibir atención médica. Estamos incomunicados. Una familia de Galilea perdió a 18 miembros en Siria en un ataque químico y había padres que no tenían ni idea de si sus hijos estaban vivos o muertos”, indica. “Más de 110.000 personas han muerto en este conflicto desde marzo de 2011. Nadie sabe aún cómo puede resolverse la situación ni lo duraderas que serán las consecuencias de este horror”.

    Hay quien dice que la guerra hace madurar rápidamente a las personas. Shani Boianjiu ha asumido una voz propia un veterano de guerra lisiado cuyas heridas le impiden ser imparcial. “Creo que los que eluden el servicio militar porque no les resulta conveniente son unas personas horribles. En cuanto a los objetores, espero que, a cambio, trabajen en hospitales y colegios. Y más les vale pasar cada segundo de sus vidas siendo políticamente activos para intentar cambiar las condiciones sociales que les llevaron a evitar el servicio. Si no,
    habrán hecho que otra persona vaya a la guerra en su lugar para nada”.

    "Me decían que me callara"

    Aunque pudiera pensarse lo contrario, Shani no guarda un buen recuerdo de su paso por Harvard. Irse a los Estados Unidos no fue una huida. “Mis amigos israelíes en Harvard, que habían hecho la mili en oficinas, siempre me estaban diciendo que me callara, así que lo
    hice. Y no podía hablar de ello con los no israelíes, suponía dar demasiadas explicaciones. Recuerdo mi paso por las Fuerzas Armadas Israelíes como una época con muchas risas, pero no me divertí nada. Contaba los días y las horas que me quedaban para terminar”. El tiempo ha hecho que lo mire todo con perspectiva y pueda recordarlo con una sonrisa de orgullo, del deber cumplido. En el libro se relatan pasajes “muy divertidos”, como la de los tres manifestantes que suplican a los soldados que les contengan para salir en el periódico. “Ese capítulo está basado en un hecho real. Ahora me río, pero en su momento odiaba estar allí”.

    Shari ha regresado al pueblo en el que creció, Kfar Vradim, donde “había muchos misiles y muy poco transporte público; sólo un autobús, una vez al día y muy temprano”. Recuerda “los fines de semana los que salíamos por la noche, hasta muy tarde, y pasábamos el rato en el parque. La vida juvenil allí era vibrante, aunque no teníamos ni bares, ni un centro comercial”. Pero ya nada es igual. Ha sido tildada de enemiga de Israel y de portavoz de sus Fuerzas Armadas con la misma inquina. En otoño, la novela se publicará en hebreo (ella la escribió en inglés) y conoceremos la voz de sus compatriotas.

    De momento, “si las Fuerzas Armadas no la reclaman para el frente”, continuará escribiendo para contribuir a la paz de su país. Ella es de las que cree en los finales felices: “La solución requiere una cantidad increíble de apoyo a largo plazo. Es necesario el entendimiento de los países del Oeste, del Este, del mundo árabe y de todas las naciones que están en medio. Pero creo que nadie piensa que pueda o deba dar ese apoyo. Y yo intuyo que tampoco viviré para verloLa Gaceta

     

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