Shani Boianjiu, la escritora israelí que impacta con un duro y poético relato

Shani Boianjiu, la escritora israelí que impacta

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    Un problema tan largo y complejo necesita para ser discutido con seriedad información contrastada y objetividad, algo realmente muy difícil de conseguir incluso en el propio país. Mi intención en este post es hablar de un libro, entrando lo menos posible en cualquier polémica, escrito por una joven escritora novel israelí y titulado: La gente como nosotros no tiene miedo de Shani Boianjiu, editado recientemente por Alfaguara.

    Relata las vivencias de tres amigas, Yael, Avishag y Lea, que residen en una colonia al norte de Israel que son reclutadas al cumplir los 18 años para realizar el servicio militar obligatorio durante dos años. Un servicio militar donde puedes tomar impulso (con una patada en el trasero) o acabar de hundirte si no eres fuerte mentalmente. Después ya nada volverá a ser igual.

    Cada una afronta este periodo de su vida de una manera, con sus dramas personales como peso extra en el petate. Las tres provienen de un asentamiento pobre, unas colonias que, según da a entender el libro, son la única forma que tienen las familias judías menos favorecidas de conseguir un hogar decente en Israel. Muchos de estos poblados están mal comunicados, carecen de carreteras asfaltadas o de cobertura para los teléfonos móviles. Además suelen ser moneda de cambio en las “negociaciones de paz”, lo que genera bastante inseguridad en sus pobladores.

    Las familias padecen situaciones dramáticas pero el origen de muchas de las mismas es su propia circunstancia en un país en conflicto permanente que acaba pudriendo también las relaciones entre padres, hijos y hermanos.

    Como cualquier chica de su edad piensan en su futuro, en divertirse o en chicos. El sexo tiene un papel muy importante en la historia, siendo usado como válvula de escape. Llega a ser considerado algo tan artificialmente mecánico, tan falsamente trivial que acaba por convertirse en vulgar y hasta brutal e inhumano. Si lo leen hasta el final entenderán lo que digo.

    El libro de Shani Boianjiu es realmente duro e impactante. Expresa brillantemente los pensamientos y sentimientos, el dolor vivido desde la adolescencia. Describe la desolación interior de una manera tan poéticamente desgarradora que te encoge el corazón.

    Está dividido en tres partes y cada una ocupa más o menos una etapa de la “mili” que realizan las tres chicas. Para mi gusto, a veces la narración resulta confusa y lenta, quizás por la forma que tiene de pasar de una protagonista a otra, cada una rodeada a su vez de personajes secundarios tratados mayoritariamente de forma superficial. La lectura deja una ligera y borrosa sensación de desorden.

    A pesar del dramatismo general, el humor planea sobre todo el relato con situaciones verdaderamente surrealistas dignas de Gila. Si no estuvieran enmarcadas en un ambiente bélico, provocarían más de una sonrisa.

    Desearía que la mayoría de las situaciones terribles que se cuentan sean ficción, aunque me temo que no es así. Cuando un conflicto se alarga tanto en el tiempo, todo es un poco irreal: la anormalidad pasa a ser lo ordinario. Está tan asumida e interiorizada, que asusta la frialdad con la que se cuentan determinados hechos.

    Aunque se intercalen periodos de relativa calma el daño sigue ahí, como un enfermo que en vez de suero recibe un goteo incesante de dolor; menuda medicina. Ya son muchas generaciones las que no conocen más que esta triste realidad sin cambios: unos luchando por sobrevivir y otros por poder seguir existiendo. La propia autora reconoce en varias entrevistas que no entiende a quienes se niegan a realizar el servicio militar obligatorio porque no les apetece hacerlo. Lo considera uno de los más igualitarios del mundo en lo relativo a los sexos, y como reservista no dudaría en cumplir con su deber si es necesario.

    Sorprende la energía vital que sigue irradiando cada nueva generación israelí a pesar de todo; su capacidad casi milagrosa de regenerase, de inventar, y emprender cualquier proyecto despreciando los límites, un desprecio que puede generar envidia e incomprensión y que también puede llevar a cometer errores. Hechos de Hoy

     

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