Mañana se celebra T”U Bishvat, la fiesta ecológica conocida como “Año Nuevo de Árboles”

Celebrando T”U Bishvat, "Año Nuevo de los Árboles"

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    Llamada en base a su fecha, “15 de shvat”, o “Rosh Hashaná Lailanot”, este año coincide con el jueves 16 de enero, si bien se inicia el día anterior, con la caída del sol. Lo esencial es comer frutas secas, lecturas y cánticos alusivos, juegos con árboles, plantas y flores, plantaciones y paseos por la naturaleza.

    T”U Bishvat es una fiesta de la naturaleza, llamada en base a su fecha, “15 de shvat”, o “Rosh Hashaná Lailanot” (Año Nuevo de los Árboles), y este año coincide con el jueves 16 de enero, si bien se inicia el día anterior, con la caída del sol.
    Lo esencial es comer frutas secas, lecturas y cánticos alusivos, juegos con árboles, plantas y flores, plantaciones y paseos por la naturaleza.
    Al comienzo no estaba marcado como un día festivo, sino como la fecha en la cual se realizaba la separación de la cosecha de los frutos de los árboles: si es antes del 15 de shvat, es considerado correspondiente al año anterior.
    Los primeros testimonios acerca de la costumbre de comer frutas secas son del siglo XVI, en Europa, y la cual fue llevada a Israel con la aliá (inmigración) de los cabalistas provenientes de España y Portugal, que se radicaron en la ciudad de Tzfat (Safed), donde la convirtieron en una fiesta.
    En especial Haari Hakadosh, quien estableció para este día una especie de séder (orden) para alegrarse por los árboles: se reunían alrededor de una mesa cubierta de manteles blancos, llena de frutas y adornada por mirtos y flores, se bebían cuatro vasos de vino blanco y rojo, se estudiaban capítulos de la Torá, el Talmud y el Zóhar (Libro de la Kabalá) referentes a las frutas y versículos referentes a la Redención, y se recitaba una oración especial por el bienestar de los árboles.
    Rabí Jaim Vital, alumno de Haari Hakadosh, destaca en su libro “Etz Hajaim” (Árbol de vida) que existe un orden fijo y especial en la ingesta de las frutas, que tiene su simbolismo: por ese intermedio se sube en los niveles de los mundos, desde el primero, el práctico, que está simbolizado por diez frutos que se comen por fuera y lo de adentro se arroja.
    El más elevado de los mundos es el de la Creación, simbolizado con las frutas que se comen totalmente y no dejan restos.
     
    La plantación de árboles
    Con el resurgimiento del sionismo comenzó una nueva etapa en la historia de T”U Bishvat, de acuerdo a las nuevas necesidades que surgieron.
    Los pioneros que llegaron a la Tierra de Israel la encontraron abandonada y el gran desafío era “conquistar la desolación”, para lo cual debían plantar diferentes tipos de árboles: frutales para el consumo y huecos para dar sombra, embellecer y formar bosques.
    En 1908, la Organización de Maestros y Maestras Jardineras decidió que sería considerada una fiesta de la naturaleza, con plantaciones.
    Anteriormente habían existido actos de plantación en diferentes lugares del país, el primero de los cuales se realizó en la moshavá (colonia cooperativa agrícola) Iesod Hamaalé en 1885.
    La idea de convertir T”U Bishvat en una fiesta de plantaciones había surgido en la época de la Primera Aliá (1882-1903), por medio de Zeev Iabetz, escritor, historiador, educador y director de escuela, primero en Iehud y luego en Zijrón Iaakov.
    Esta costumbre fue aceptada por todos con gran entusiasmo y es respetada hasta hoy en día.
     
    Protección de la naturaleza
    Las diferentes organizaciones y cuerpos públicos que se establecieron en el Estado de Israel para proteger el medio ambiente declararon, junto con el Ministerio de Educación, que T”U Bishvat sería un “día del cuidado de la naturaleza”, al igual que la semana que lo incluye.
    Así, es costumbre pasear por diferentes lugares del país, sobre todo algunos problemáticos desde el punto de vista del cuidado de la naturaleza, y dedicarse a su protección.
    Además, decenas de miles de niños y adultos toman parte en la “Fiesta de las Plantaciones”, auspiciada por el Keren Kayemet LeIsrael.
    En su transcurso se plantan numerosos retoños en bosques, forestas y parques que, con el paso del tiempo, habrán de crecer hasta convertirse en árboles que rodean el país con un cinturón de fresco verdor.
    De ese modo, quienes llevan a cabo las plantaciones toman parte activa en la configuración del paisaje y en la preservación de la naturaleza israelí porque cuando un niño observa el crecimiento de un árbol, sus esperanzas y deseos refuerzan su sensibilidad hacia el medio ambiente y aumentan su sensación de pertenencia al país, explican. Fuente: AJN