Entrevista al Embajador Alon Bar

Entrevista al Embajador Alon Bar

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    Criado en un kibutz al norte de Israel donde a los padres no se les permitía el contacto con sus hijos, Alon Bar (Sasa, 1957) cambió su vida en una comuna por la diplomacia para llegar hace cuatro años a la embajada israelí en España, que ahora deja. Bar regresa a Jerusalén ofreciendo su país a los empresarios españoles como modelo y socio para hacer frente a la crisis. Acceder a la legación de Israel en Madrid es un arduo camino lleno de controles de seguridad extrema. El embajador se va satisfecho de su paso por España, donde ha disfrutado de su "grandiosa" oferta cultural pero sin ocultar que ha encontrado también férreos rechazos a las posiciones de Israel. "La información que se da de mi país es muy injusta", lamenta. Poco antes de hacer las maletas y despedirse de España, el embajador revela en exclusiva a Epipress que ha tratado con denuedo y sin éxito reunirse con los dirigentes de IU y aconseja a su sucesor, Daniel Kutner, que no entre en las provocaciones de los que no entienden "el derecho de Israel a existir y a defenderse".
     
    -Señor Bar, ¿ha vivido momentos duros como embajador de Israel en España durante estos cuatro años?
    -Hay que tener clara la complicada situación israelí, las amenazas que sufrimos en la región y los desafíos a los que nos enfrentamos ante la virulencia de la violencia yihadista. A veces no se entiende el derecho de Israel a existir y a defenderse. Mi gran reto ha sido mejorar en España la imagen política de Israel.
     
    -¿Considera que lo ha conseguido?
    -Es una gesta complicada porque existe la tendencia general a criticar las actuaciones defensivas de Israel y se construye una imagen del país falsa. La información que se da de mi país es bastante injusta.
     
    -Usted ya conocía Madrid de la década de 1990. ¿Qué cambios ha visto teniendo en cuenta que llegó por primera vez a Madrid con la movida y regresó en plena crisis?
    -En la década de 1990 existía un optimismo y un humor general en toda la sociedad española. Cuando llegué hace cuatro años me di cuenta de que ese optimismo se había cambiado por un tremendo pesimismo. Creo, no obstante, que ese ambiente pesimista ha favorecido el diálogo brindado por esta embajada.
     
    -¿De qué forma?
    -Israel se ha ofrecido a la sociedad española como motor de referencia para recuperar su economía. Queremos ser modelo y socios de los empresarios de este país que quieran salir de la crisis.
     
    -¿Cómo han logrado ustedes esquivar esta crisis internacional en una zona tan conflictiva como la de Oriente Medio?
    -Israel tiene un mercado nacional pequeño y el regional es irrelevante. Por esta razón, nuestra economía siempre se ha basado en la internacionalización. Hemos sido flexibles y llevamos desde hace años apostando por mercados como el chino, el japonés, el indio, el ruso y, por supuesto, el norteamericano. Israel es además un país muy favorable a la innovación y tolerante con el fracaso.
     
    -¿Cómo se debe afrontar el fracaso?
    -Teniendo en cuenta que el camino al éxito pasa siempre por algún fracaso. Las administraciones públicas tienen que ser muy pacientes y asumir los fracasos de los emprendedores antes de pensar en la obtención de ingresos. Israel es líder en startups, compañías en auge, emprendedoras y de éxito, y en nuevas tecnologías y le aseguro que hay intentos que se hacen en estos campos que fracasan. Luego aprovechan lo aprendido en ese fracaso para mejorar en el siguiente intento. Israel ha creado un ambiente muy atractivo para el capital internacional porque apuesta por la creatividad para que surjan nuevas ideas que son muy buenas.
     
    -No sea, por favor, diplomático y dígame qué es lo que menos le gusta de España.
    -La cerrazón de algunos centros académicos y partidos políticos que no quieren escuchar. En España hay grupos ideológicos muy fuertes que se resisten al diálogo verdadero y eso es lamentable.
     
    -¿Se refiere a los grupos pro-palestinos?
    -No hablo solo de esos grupos que no quieren ni oír hablar de Israel. El problema no es ese, sino que existan lugares como ciertas universidades que no creen en el debate, el diálogo y la confrontación de ideas. Desde que llegué a España he tratado de reunirme con la gente de Izquierda Unida y no ha habido manera. Hay gente en España convencida de que no tienen que escuchar a nadie y eso en Israel sería impensable.
     
    -¿Ha intentado hablar con la gente de Podemos?
    -A los de Podemos no se les conoce mucho por las embajadas.
     
    -¿Cómo se le quedó el cuerpo con los chistes antisemitas del concejal Guillermo Zapata?
    -Lo mejor de este caso ha sido la reacción general de la sociedad española que ha marcado unas líneas rojas claras para rechazar ese tipo de chistes.
     
    -¿Ha notado usted actitudes antisemitas en España?
    -Yo no lo he notado, pero sí que existen expresiones antisemitas que veo más como parte de una retórica aprendida que como sentimiento antijudío. Creo que Zapata ha propiciado un sentimiento popular, general y moral, sobre lo que está bien y lo que está mal. Lo que sí echo en falta en España es una condena firme de ese tipo de retóricas por parte de las autoridades religiosas, morales, políticas y judiciales.
     
    -Con tanta seguridad en esta embajada, ¿es fácil llevar una vida normal?
    -La vida normal que conozco es la de la extrema seguridad.
     
    -¿Se siente seguro en España?
    -A pesar de la incómoda realidad de la seguridad obligatoria he disfrutado mucho del ambiente madrileño. He usado el transporte público para visitar todo tipo de lugares, pero reconozco que me he sentido cómodo gracias al excelente trabajo realizado por el Gobierno de España y el de Israel. España no es una isla a salvo del radicalismo yihadista.
     
    -¿Ha sido fácil entenderse con Margallo?
    -Hemos mantenido un diálogo normal y natural sin olvidar esas fricciones que se provocan por la oposición de España y de Europa a algunas decisiones soberanas de Israel. No soy amigo de Margallo pero hemos sabido llevarnos de una manera cordial.
     
    -¿Comprende la amistad de España con los países musulmanes que le ha llevado a reconocer el Estado de Palestina?
    -¡Claro que sí! Israel no pide a España que elija entre el Estado judío o el resto de países árabes. Entendemos que España tiene intereses económicos, humanos y culturales con esos países que además le son vecinos y con los que tiene que tener una buena relación para abordar el problema de la inmigración ilegal. España es cuna de la comunidad musulmana, judía y cristina y debería de volver a serlo
     
    -¿Somos los españoles más árabes o sefardíes?
    -Todos los españoles son sefardíes porque Sefarad es para los hebreos España. España es muy sefardí con su cultura y sus influencias, lo que hace a los españoles muy variados. Unos son más árabes, otros son más sefardíes y en otros se ve la mezcla de los pueblos del norte de Europa.
     
    -Supongo que le habrá reconfortado la disposición de España a dar la nacionalidad a los judíos expulsados por los Reyes Católicos?
    -Sí. Con esa decisión se cierra una de las épocas más oscuras de la historia de España y mejora las relaciones con el mundo judío y con Israel.
     
    -Señor Bar, ¿qué puede hacer Occidente ante la deriva radical y sanguinaria de los adeptos al Estado Islámico (EI)?