"En 'Llenar el vacío' nadie está sólo. Siempre está Dios"

En Llenar el vacío nadie está sólo Siempre está Ds

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    El punto de partida de ‘Llenar el vacío’ -presente en la selección oficial del festival de Cine Judío de Barcelona, en marcha hasta el próximo domingo, 15 de junio- se puede explicar de una manera sencilla, como si fuera el arranque de una novela romántica de kiosco o una propuesta del Hollywood más sentimental. Shira es una joven de 18 años que está ilusionada con la perspectiva de casarse. Su hermana Ruth, mayor que ella, está a punto de tener un niño. En la primera escena Shira conoce a su futuro marido. En la segunda muere Ruth, dejando a su viudo con un niño recién nacido entre los brazos. Lo que parecía que iba a empezar en boda, arranca pues con un funeral y un bautizo.

     
    Un melodrama anunciado, efectivamente. Pero el contexto, inesperado como la película misma, nos avisa de entrada que, sí, efectivamente, estamos ante un melodrama. Pero no es un melodrama cualquiera. “Llenar el vacío” es el sugerente debut en el largometraje de la directora Rama Burshtein.
     
    Transcurre en la comunidad de judaísmo ultraortodoxo de Tel Aviv, allí donde cada aspecto de la vida cotidiana está marcado por la religión. Y donde la religión no llega, se impone la tradición. Los matrimonios son de conveniencia, concretados por las familias. Los hombres, de kipá en la cabeza, visten con ropas que remiten a un pasado centroeuropeo y, en sus sienes, lucen coletas de largo pelo, cómo símbolo de su judaísmo extremo. La relación con las mujeres está limitada en la vida social, hasta casi la segregación de sexos. La misma familia, dentro de la comunidad, es una cadena jerárquica donde el padre marca autoridad. De igual manera, el Rabino es la figura paterna para todos.
     
    Que nadie espere, sin embargo, un filme condescendiente o documental. Que nadie espere exotismo por exotismo. Rama Burshtein, nacida en Nueva York, se trasladó a Israel cunado era una niña y, en su juventud (ahora tiene 46 años) eligió vivir dentro de las normas del judaísmo jasídico (piadoso). “Llenar el vacío” es quizá el primer largometraje de ficción dirigido por una mujer jasídica, y por lo tanto se aproxima a ese judaísmo ultra ortodoxo sin distancia, desde dentro. “Un director o directora secular hubiera hablado desde los límites de la fe, desde las fronteras de las creencias. Yo hablo desde una tradición de 3000 años de antigüedad”.
     
    “No es una película antropológica”, afirma la directora, que podría pasar por uno de sus propios personajes. Pelo cubierto por un turbante, según la costumbre entre las mujeres casadas de su comunidad. Con un vestido de hechuras amplias y manga larga, aparentemente caluroso. Rama Burshtein se ha desplazado desde Israel a Barcelona para presentar su debut como directora, un filme donde, tras su evidente simplicidad, se descubren multitud de ricos detalles en una comunidad desconocida. Le advierten a uno, antes del encuentro, que deberá evitar el contacto físico. Burshtein sonríe con frecuencia y escucha con atención. “‘Llenar el vacío’ es una historia de amor”, afirma.
     
    Lo cierto es que este filme, que se estrenará comercialmente en España el próximo mes de julio, es todo un descubrimiento. Ha sido ampliamente reconocido en los diferentes festivales. En los Independent Spirits Awards fue candidato como mejor Ópera Prima; en los premios de la Academia Europea se alzó con el premio a la mejor fotografía, y su protagonista, la joven Hadas Yarón, como Shira, magnifica en todo momento a pesar de su inexperiencia (es su primera pelicula), se alzó merecidamente con la Copa Volpi para la mejor actriz, en el festival de Venecia.
     
    El melodrama arranca cuando la madre de Shira tiene la idea de casar a su hija pequeña con el viudo de su hija mayor. De esta manera no tendrá que soportar separarse de Yochay (Yiftach Klein), al que ya le han encontrado mujer en Bélgica, ni de su pequeño nieto. Shira debe convencerse en su corazón de que es una buena opción. Aunque es una decisión de sus padres, ella tiene la última palabra. Que es la palabra del rabino. “En nuestra comunidad siempre hay la opción de decidir”, afirma.
     
    “En nuestro mundo no mandan las emociones sino las opciones”, matiza. “Los sentimientos pasan a un segundo plano”, dice la directora que comprende, sin embargo, que se diga que su película es, en fondo, una historia de desamor. “La gran virtud de ‘Llenar el vacío’ es que cada uno lo entiende a su manera”, afirma. “Para mí es sobre todo un viaje de descubrimiento: el de la propia Shira al centro de su corazón”.
     
    ¿Por qué tiene que empezar el amor con una tragedia?, se pregunta uno. “Porque el enigma es esencial en nuestra forma de entender la fe”, añade la directora, para quien la Cábala es una fuente de sabiduría. Lo cierto es que el filme es mucho más complejo de lo que puede parecer, y la vida de sus personajes se manifiesta en un cúmulo de secretos sobre secretos. Es un filme eminentemente femenino. “Efectivamente, es una historia contada desde el punto de vista de unas mujeres que no necesitan estar en el centro para controlar su mundo”, afirma.
     
    ¿La fuerza de los débiles?, entonces. “No necesariamente; no son mujeres débiles. Sencillamente no necesitan estar en el centro. Yo, cuando era joven, me consideraba feminista y planteaba todo en términos de poder. Y por lo tanto, de igualdad. Ahora lo entiendo como una cuestión de trabajo espiritual, de llegar a conocerse a uno mismo. ‘Llenar el vacío’ es la historia de una búsqueda espiritual”, afirma la directora.
     
    En cualquier caso en ‘Llenar el vacío’, a pesar del amor, a pesar del desamor, de la tragedia y de la alegría, a pesar de todo, nadie está nunca sólo, le comenta uno a la directora. Y la directora asiente: “He conocido la soledad y en buena medida ese conocimiento me ha ayudado. Es cierto: en mi filme nadie esta sólo nunca”. ¿Ni siquiera cuando hay un sólo personaje en el encuadre? “Siempre está Dios”, afirma Rama Burshtein. Fuente: La Vanguardia