El país que Ben Gurion nunca imaginó

"El país que Ben Gurion nunca imaginó"

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    ​Henrique Cymerman, corresponsal de La Vanguardia en Jerusalén

     

    Israel celebra sus 70 años de independencia confiado en la economía y en que nuevos pactos con los árabes palíen la cuestión palestina

    Muy pocos de aquellos 600.000 judíos –muchos supervivientes del Holocausto nazi– que vivían en Israel el día que Ben Gurion declaró su independencia, en 1948, se imaginarían que 70 años después su país estaría situado en el undécimo lugar del índice de los países más felices del mundo.
    El diplomático número uno y exmítico ministro de Exteriores Abba Eban decía que “en Israel quien no cree en milagros, no es realista”. Y el hecho es que tras la decisión de la partición el 29 de noviembre de 1947 en la ONU, en la que la comunidad internacional aprobó que el territorio controlado por el mandato británico fuera dividido en un Estado judío y otro árabe, los festejos duraron poco. Ben Gurion, que asumió que no recibía el país de sus sueños y suponía una renuncia a parte de sus planes iniciales, decidió que más valía pájaro en mano que ciento volando, y organizó las instituciones del futuro Estado. Tras la partición, Ben Gurion dijo: “Un judío nunca puede renunciar a la esperanza, pero no debe tampoco caer en un optimismo extremo”.
    El mundo árabe convenció a los palestinos de que rechazaran el compromiso salomónico, alegando que el Estado judío no lograría sobrevivir ante la avalancha que se estaba gestando en los estados árabes. A pesar de la debilidad del “Yshuv” –el pre-estado de Israel–, Ben Gurion decidió la tarde del viernes 14 de mayo de 1948 declarar la independencia del Estado de Israel (un aniversario que el calendario judío sitúa hoy). El país recién creado fue atacado simultáneamente por seis ejércitos árabes, pero al final logró sobrevivir.
    Israel todavía tenía las heridas de la Shoah muy presentes: en los años 50 y 60, el programa radiofónico estrella se llamaba Departamento de Búsqueda de Parientes, que sirvió para que miles de personas se reencontraran con parientes que creían haber perdido en el exterminio nazi. Esto repercutió incluso en matrimonios, que de repente se percataron que una parte de la familia que dieron por desaparecida aún seguía con vida.
    Desde entonces, Israel vive una larga guerra, con más de una decena de explosiones. Pero a pesar de todo, los israelíes, que en sus primeras décadas vivían en un Estado pionero, igualitario y muy pobre, fueron creciendo poco a poco hasta convertirse en una potencia económica, con una renta per cápita superior a la de varios estados importantes de la Unión Europea, y centro de alta tecnología y ciencia, reconocido como la start-up nation.

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