El bailarín del contrabajo

El bailarín del contrabajo

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    “Tranquilos, que os espero”, anunció Avishai Cohen, mientras su pianista ya le hincaba el diente a la segunda pieza de la noche, al comprobar el colosal trasiego de espectadores que pugnaban por alcanzar su butaca en el Auditorio Nacional. Así, saltándose con espontaneidad el protocolo riguroso del recinto, se ganó el contrabajista israelí la simpatía de la sala de cámara al completo y convirtió los 90 minutos posteriores en un ejercicio portentoso de fascinación colectiva. Obtuvo la predisposición del oyente, sin duda, pero a ese pasmo expectante del que fuimos testigos este sábado no se llega solo mediante la bonhomía y el encanto personal. Cohen (44 años) tuvo que aportar la sapiencia acumulada a lo largo de dos décadas y la inusitada inyección de vitalidad que aportan los nuevos integrantes de su trío, el percusionista Daniel Dor y, sobre todo, el mágico piano de Nitai Hershkovits. Un nombre que, aun enrevesado, conviene memorizar de inmediato.
     
    Hay en el ideario de Avishai lo mejor del jazz contemporáneo, una escritura minuciosa y exigente pero nada inextricable. Y hay, en convivencia asombrosamente sutil, una vocación romántica flagrante, como si algunas de las melodías de partida hubieran sido alumbradas un par de siglos atrás. Así sucede en buena parte del repertorio de From darkness, el reciente trabajo que el trío utilizó como hilo conductor y en el que la pasión inicial deriva en melodrama y, finalmente, en estallido libre. Seguir leyendo en El País