Discurso del Embajador de Israel, Daniel Kutner, en la recepción celebrada con motivo del 69º Día de la Independencia de Israel

Discurso del Embajador - Día Independencia Israel

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    Queridos amigos todos,


    El año pasado celebramos el 30º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel. El año que viene, les informo en forma exclusiva… y confidencial, celebraremos el 70º aniversario de la creación del Estado de Israel. ¿y este año? ¿Quedará huérfano?


    Pues no, para nada. Este es el año de los aniversarios. El año en que conmemoramos tantos hitos en la historia del movimiento Sionista y de Israel, que este Día de la Independencia se convierte en una celebración del proceso de  renacimiento nacional del pueblo judío en su patria histórica.


    120 Años atrás, se reunió en Basilea el primer Congreso Sionista Mundial, creándose así, en la era del surgimiento de los estados nacionales, el instrumento político de la autodeterminación nacional del pueblo judío.  20 años mas tarde, exactamente…


    Hace 100 años, en plena primera guerra mundial, el Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, James Balfour, expresó por primera vez apoyo a la creación de un hogar nacional judío en lo que se llamaba entonces Palestina, reconociendo así el derecho del pueblo judío de volver a su tierra.


    Hace 70 años, la comunidad internacional, reunida en la flamante Organización de las Naciones Unidas, resolvía por mayoría de dos tercios la creación de un Estado Judío, por primera vez en 2000 años, al lado de un estado árabe, que nunca se alcanzó a realizar por rechazo de su liderazgo.


    Hace 50 años, en 1967, Israel se salvó de la amenaza de destrucción total a manos de los ejércitos árabes que la amenazaban, gracias a la osadía e ingenio de su ejército popular, las Fuerzas de Defensa de Israel. Nuestra capital eterna, Jerusalén, se volvió a reunificar después de 19 años de división.


    Hace 40 años, en 1977 se abrió una nueva etapa en nuestras relaciones con nuestros vecinos árabes: el presidente de Egipto, Muhammad Anwar Assadat, en un alarde de coraje político, llegó a Jerusalén en persona,  y ofreció ante el parlamento israelí, la Knesset, poner fin a la guerra. Rechazado al principio por sus colegas árabes, la puerta que abrió condujo a los tratados de paz con su país y con Jordania, y al proceso de negociaciones con los palestinos, que aún continúa.


    Estos hitos encapsulan la historia de nuestro país, desde la lucha por el reconocimiento de nuestras aspiraciones de volver a ser un miembro de la comunidad de naciones hasta la búsqueda de la paz, en la que todavía estamos enfrascados, y en la que insistiremos hasta que la logremos.


    Queridos amigos,


    Tenemos mucho de que enorgullecernos. Desde princios del milenio Israel creció en un 62%, por encima del promedio de la OCDE del 32%. Nuestra población creció en estos últimos 17 años de 6,2 millones de habitantes a 8.6 millones. El ingreso per capita llegó a los 36 000 dólares por año, el número 24 entre 187 países del mundo. Israel se ha convertido en un centro mundial de innovación y alta tecnología. 350 firmas internacionales, las líderes en su campo, tienen centros de I+D+i. 100 mil millones de dólares de reservas garantizan nuestra estabilidad financiera. Nuestra deuda gubernamental en relación al producto bruto es de las más bajas en la OCDE.


    No somos ciegos a los desafíos que nos acechan, tanto en lo social, lo económico y especialmente en el entorno geopolítico en que nos encontramos. Pero en base a la experiencia acumulada en estas siete décadas podemos mirar al futuro con optimismo y esperanza.


    Y hablando de esperanza, queridos amigos,  quisiera compartir con uds unas líneas que resumen todo el significado que tiene esta fecha que estamos celebrando hoy, para nosotros, los israelíes, y para todo el pueblo judío. Es la letra de nuestro himno nacional, escrita por Naftali Herz Imber, que todos habéis escuchado, tal vez varias veces, pero cuyo significado posiblemente sea un misterio para muchos.


    Nuestro himno se titula Hatikva, La Esperanza, y su letra, a pesar de su aparente simpleza y brevedad, está tan llena de significado y toca tan profundo a nuestro ser judío, que yo, personalmente, no puedo nunca terminar de  cantarlo, ya que me embarga la emoción y se me hace un nudo en la garganta.


    Hatikva, La Esperanza:


    Mientras en lo más profundo del corazón
    palpite un alma 
    judía,
    y dirigiéndose hacia el Oriente
    un ojo, a 
    Sion aviste,


    no se habrá perdido nuestra esperanza;
    la esperanza de dos veces milenaria,
    de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
    la tierra de Sion y de 
    Jerusalén.


    Con esas palabras de esperanza, deseo  a todos un Jag Sameaj, Feliz Fiesta. Gracias por compartir la alegría con nosotros. Disfrutad del coctel.

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