​El Festival de Danza de Itálica 2013 ha tenido este fin de semana una brillante clausura a cargo de la Kibbutz Contemporary Dance, una célebre compañía israelí que representa el escalón más alto de la extensa actividad dancística del kibbutz en el que reside, en la región de Galilea.

Con un cuerpo de baile muy joven y bien formado, su director y coreógrafo Rami Be'er ha dejado de lado esta vez las referencias externas para crear un espacio mental abstracto en el que, durante poco más de una hora, hace que, en conjunto o separadamente, cada uno de sus 15 bailarines y bailarinas exprese sus emociones a través del movimiento. Y lo hace de una forma muy sencilla, planteando círculos y círculos corales que aluden a antiguos ritos pero que, en lugar de cerrarse, se deshacen en una continua transformación, dejándonos una multitud de imágenes y de posibilidades de relación. Así en los corros hay siempre un lugar para el individuo, que se ilumina aquí y allá dejando testimonio de su propia danza mientras que, en su relación con el otro, crea unos hermosos dúos, bien para compartir una misma tensión dinámica, incluso violenta, bien para contrastar unas pulsiones que se manifiestan a muy distinta velocidad y temperatura. Y todo ello con una gran unidad a la que contribuyen un vistoso vestuario -muy bonitas las faldas largas de los hombres-, una eficaz iluminación y, especialmente, una selección de músicas tratadas electrónicamente, con fondos de voces de niños, probablemente los del kibbutz, y ruidos menos amables, que subrayan o contrastan en todo momento con los ritmos de los intérpretes. Todo eso se une a un estilo dancístico lleno de matices pero tan enérgico que, en ocasiones, al verlo sobre tan antiguo escenario, nos recordó los ejercicios que los gladiadores romanos llevaban a cabo diariamente en las no lejanas Termas.

Un bonito trabajo para poner fin a un festival que tiene que acabar de definirse, pero que parece haber encontrado su espacio en el Teatro Romano. Fuente