Para el embajador israelí en Panamá, Alexander Galilee, la fructuosa relación entre los dos países ha hecho que el istmo tenga dos embajadores a favor de Panamá: uno en la sede israelí y el otro en la capital panameña.
“Y el servicio sale gratis”, bromea el diplomático para referirse a la vocación de servicio que tiene para el país que lo recibió desde hace casi tres años cuando llegó a la sede consular ubicada en Marbella.
Panamá e Israel tienen un acuerdo sobre Cooperación Económica y Comercial desde el año pasado, y hace tres semanas que se instaló la primera mesa de negociaciones en la capital hebrea para la firma del próximo tratado de libre comercio (TLC), que busca pactar el istmo en su política de apertura comercial.
¿Cómo transcurrieron las primeras negociaciones entre Panamá e Israel?
Fue una sorpresa para la parte panameña. Tal vez es el ritmo israelí; cada punto que tenemos una diferencia lo resolvemos inmediatamente. No mañana, no al regreso. Como no hay realmente diferencias, creo que se podrá resolver todo en dos o tres mesas de negociación, porque no hay problemas de competencias.
¿Y qué hay de las diferencias evidentes de mercado?
Lamentablemente no tenemos un intercambio serio entre Panamá e Israel. El mercado panameño es muy pequeño, mientras que Israel tiene intereses de mercados como el de Chile y Brasil, Colombia y Argentina, que tienen muchos millones. En este sentido, Panamá es un país que si pretendes contar con el mercado nacional nada más, se hace un poco complicado.
¿De dónde nació esta voluntad?
La idea inició más como una manera de reforzar las relaciones políticas de hermandad, de cooperación, responsabilidad mutua y esta fue como una manera de demostrar este tipo de relación entre nosotros. Las relaciones entre el presidente (Ricardo) Martinelli y el Gobierno Nacional (israelí) actualmente son únicas. No ha habido en la historia un Gobierno con este tipo de nivel de amistad con Israel. Yo hablo desde el punto de vista de Israel. (Ricardo) Martinelli fue para nosotros el mejor presidente panameño. Posiblemente el mejor de América Latina en la historia de relaciones con mi país. Ahora terminó una visita de despedida en Israel. Eso nunca pasó [en el país] con ningún presidente del mundo. Esto también muestra el tipo de relación que nosotros tenemos con Panamá.
¿Cómo se fraguó el acuerdo por un TLC?
Tenía dos meses aquí en Panamá en 2011 cuando me informaron de una reunión que tuvo el despacho israelí en Nueva York con el entonces vicecanciller de Panamá, Francisco Álvarez de Soto. Hablaron de política y apoyo mutuo. Luego Roberto Henríquez, quien era el ministro de Comercio e Industrias en ese entonces, fue muy sensible a los asuntos comerciales y pidió que Israel empezara un TLC con Panamá y habló mucho de la importancia del desarrollo de Panamá con un poder comercial internacional. A las dos semanas de tener mis credenciales en Panamá le dije a mi país que yo quería ese TLC entre ambos.
¿Y cuál fue la reacción en casa?
Estuve sorprendido por la reacción del departamento de América Latina de la cancillería. Fue muy negativa. ¿Por qué? ¡Si es un país muy pequeño!, dijeron. Hay prioridad con otros países para Israel. Y les dije que sí, tal vez los mercados son pequeños. Pero en mi visión, Panamá es como un portaaviones comercial. Una base donde nuestro comercio va a atacar a los mercados de América Latina. Y vamos a aprovechar los contactos de los comerciantes panameños. No será solamente una forma de win-win (ganar-ganar); yo pienso que con Panamá será win-win-win. Luego vino la peor enfermedad de un país: la burocracia panameña y la israelí. Panamá firmaba acuerdos con Canadá, Estados Unidos y Europa y prolongaban la firma con Israel. Pero al final lo hicimos.
¿Por qué tanto esfuerzo por conseguir el tratado?
No me parece normal que hayan productos israelíes que los panameños compran en Estados Unidos y en otros países pagando mucho más. Como por ejemplo en alta tecnología de Israel y comida kosher y yo pienso también en farmacéutica. Muchas veces intenté poner sucursales de Teva Industries una de las mayores fabricantes de medicinas genéricas. Podríamos hacer el embalaje para Latinoamérica desde la zona franca, por ejemplo. Cuando hay un TLC es más fácil convencer, porque Panamá es un centro del mundo y todo es más fácil.
¿En qué otros aspectos se amplía la relación?
He luchado para traer a la aerolínea nacional El Al con un vuelo directo a Panamá. He hablado con Stanley Motta y con Pedro Heilbron (Copa Airlines) y me han dicho que hablara con Israel. Una línea directa sería de unas 10 horas, la mitad de lo que toca pasar por Europa. Podríamos hablar de una línea entre Tel Aviv y Latinoamérica , entre paréntesis Tocumen. Y es que hay muchos peregrinos y gente que por asuntos de visa no pueden pasar por Estados Unidos. Panamá sería el puente para todos. Eso fortalecerá mucho a Panamá como centro turístico también. No debemos ver al TLC solamente como un papel. Al lado de esta iniciativa tenemos que impulsar otras ventajas.
¿Y el sector agrario?
Panamá produce un poco para el mercado nacional. La piña, que es muy buena aquí, no puede competir con la de Costa Rica, que es todo un poder internacional. Israel puede ofrece mucho a la agricultura panameña. En materia de ordeños, invernaderos, granjas marinas, por todos lados. La tecnología israelí puede cambiar el color, sabor y tamaño de las frutas a través de la genética. Si vamos a pensar fuera de la caja y tener esta visión de que lo podemos hacer y de que podemos cambiar a Panamá hacia un país poderoso a nivel internacional. Yo ya no permito hablar de Panamá como un país pequeño.
Se acercan muchos cambios políticos en el país.
Yo estoy disponible para trabajar con el presidente que haya escogido el pueblo panameño. A veces necesitas de un extranjero, porque él puede pensar de manera totalmente diferente. Necesitamos impulsar el potencial casi ilimitado que tiene Panamá. ¿De qué hablan, de Singapur? Mira a Israel que es 3.5 veces más pequeño que Panamá. Y somos una potencia internacional en ciencia; tenemos un premio Nobel y todo eso. Si eso funciona con Israel, ¿por qué no con Panamá? Todo depende de la determinación. En 1848 el país entero era un desierto. Mi padre recuerda camellos en la calle principal de Tel Aviv.
Y en materia de seguridad, ¿qué podemos recibir de ustedes?
Panamá no tiene problemas de seguridad nacional. No tiene guerras, ni amenazas de otros ejércitos, de alguna invasión, ni de tanques o aviones o misiles. Para nosotros el sueño se que cuando el Mesías llegue a Israel va a tener la misma situación de Panamá. Como viven aquí es el ideal que tenemos nosotros de poder vivir con estas condiciones. Panamá no tendría muchos intereses. Tan solo en dos áreas: el narcotráfico y Colón.
Israel tiene aviones sin pilotos que podemos cerrar la frontera con Colombia y poder ver si hay una llave sobre la Tierra porque la persona que maneja ese avión está en una oficina.
También podemos dar capacitación profesional y de equipos para la Policía Nacional y garantizar a ciudadanos que caminen sin miedo por las noches.
LÍDER TROTAMUNDO Y POLÍGLOTA
Casado y con tres hijos, el embajador Alexander Galilee recibió sus acreditaciones como encargado consular de Israel por parte del presidente Ricardo Martinelli el 27 de septiembre de 2011. Antes de eso ha ocupado decenas de cargos en la cancillería israelí, como encargado de negocios en países tan diversos como Costa de Marfil, Camerún y Portugal, entre otros. Domina seis idiomas y tiene estudios en Ciencias Políticas y Psicología, una maestría en Medios de Comunicación y un Ph.D. en Relaciones Internacionales en la Universidad de París.
** Entrevista realizada por el periodista Luis Guillermo Martínez del diario La Prensa, publicada el domingo 8 de junio.