ARTÍCULO

IMPRESIONES SOBRE ISRAEL

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    Por: Dr. Aristides Royo, Ex presidente de la República, miembro de la Academia Panameña de la Lengua y Presidente del Instituto Cultural Panamá - Israel.
     
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    Tanto se ha escrito sobre la política internacional de Israel, sus problemas con países vecinos, las guerras y las paces con sus armas y sus brazos, que no creo que pueda añadir nada nuevo.  Por eso deseo expresar algunas impresiones del viaje que, por primera vez, hice a la tierra de Israel.
     
    El motivo fue asistir a un Congreso de STEP, que reunió a los miembros israelitas de esta organización dedicada al asesoramiento en asuntos fiduciarios y patrimoniales. En el acto de clausura se tributó sentido homenaje a la figura de Eduardo Morgan Álvarez (q.e.p.d.), conocido periodista, abogado y litigante panameño, fundador de la firma Morgan y Morgan.
     
    Don Eduardo fue uno de los miembros de la Comisión de las Naciones Unidas que, luego de la creación del Estado de Israel, mediante la Resolución No. 181 de 29 de noviembre de 1947, que fue respaldada con entusiasmo por Panamá, participó en el estudio de la situación territorial y concluyó recomendando que en las tierras de Palestina, sometidas al mandato del Reino Unido de Gran Bretaña en los últimos treinta años, se crearan dos Estados, uno judío y otro palestino.
     
    Esto, como se conoce, no ha sucedido, pues desde el instante en que Ben Gurion proclamó la creación del Estado de Israel en 1948, no han cesado los cruentos conflictos con los países árabes y es deseable que algún día alcancen una solución pacífica, sólida y duradera.
     
    Eduardo Morgan, Jr., agradeció el homenaje ofrecido a su progenitor, de quien expresó que había sido un gran amigo de Israel.
     
    Aprovechamos el viaje para visitar los lugares santos de Jerusalén y Nazareth, que, si bien nos emocionó como católicos, han sido muy bien descritos y comentados por muchos viajeros.
     
    Israel es un ejemplo de lo que un pueblo puede lograr con la educación. En la visita a su Corte Suprema de Justicia, nos sentamos con Rogelio Tribaldos, amigo entrañable, socio y organizador de nuestras inolvidables visitas, Eduardo y nuestras esposas Diana y Adela, en un pequeño recinto circular con sillas adosadas a las paredes. En una pantalla se expone un caso criminal o civil importante. Los alumnos de escuelas secundarias acuden habiendo leído previa mente un resumen del caso que van a ver. Luego de la presentación los estudiantes inician una discusión en la que aprenden a conocer cómo se imparte justicia y cómo esta merece el respaldo de todos.
     
    El Parlamento, con hermosos tapices de Chagall, es un edificio moderno de 1992 rodeado de jardines. Lo que me pareció sorprendente fue que no existe el quórum parlamentario tal como lo conocemos en Panamá. Basta con que asistan dos congresistas y el presidente del Parlamento para aprobar las leyes, salvo aquellas demasiado importantes para la Nación, las que en Panamá se denominan orgánicas o fundamentales, que sí exigen la aprobación por la mayoría de los miembros del Órgano Legislativo. Por supuesto que no existen partidas para que las administren los legisladores ni el racimo de privilegios que disfrutan los diputados panameños.
     
    Israel es un territorio desértico desde hace milenios. Antes de la llegada masiva, que se produjo con la independencia de 1948, la agricultura y la ganadería eran casi inexistentes. Ahora el agua se extrae bajo la superficie terrestre, que, luego de mezclarla con minerales y nutrientes, irriga grandes superficies. Los valles son verdes y cultivados con extensas plantaciones de mangos, plátanos, piñas, naranjas, sandías, melones y gran variedad de vegetales. El gobierno primero lleva el agua y el riego, después van surgiendo las villas dotadas de las infraestructuras necesarias. Por todas partes abundan los paneles solares que suministran energía a la población. La tecnología israelí en este rubro, así como en la desalinización del mar, es excelente y por ello exportable a otros países. No hay villa, por pequeña que sea, que no tenga su reserva de agua.
     
    El proceso de reforestación no ha sido fácil ni rápido, pero sí efectivo. El trayecto entre Jerusalén y Tel Aviv es aconsejable hacerlo por la carretera de dos paños, que transcurre por lugares históricos rodeados de pinos y eucaliptos. La fertilidad de la tierra de Israel se debe más a la intervención humana que a la naturaleza.
     
    En Tel Aviv todas las calles tienen anchas aceras con facilidades para discapacitados físicos, pero además tienen algo desconocido en Panamá, árboles de no mucha altura, cuyas hojas oxigenan la ciudad. Miró se refería a su patria, en el poema homónimo, como un lugar donde los árboles eran ‘antiguos conocidos’. En las ciudades están siendo vencidos por el paso de los años, la falta de cuidado y el arboricidio. Nuestra urbe principal se está quedando desnuda, huérfana de la sombra que regala la frondosidad de un árbol. Si los viajes enseñan, ir a Israel es todo un aprendizaje.
     
     
    Artículo publicado el jueves 27 de junio de 2013, en el diario La Estrella de Panamá.   http://www.laestrella.com.pa/online/impreso/2013/06/27/impresiones-sobre-israel.asp
     
     
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