PRIMER MINISTRO ANTE LA KNÉSET

PRIMER MINISTRO EN SESIÓN DE INVIERNO DE LA KNÉSET

  •  
     
  •  
    A continuación, las palabras del Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, en la apertura de la sesión de invierno de La Knéset.
     
    Honorables, Presidente de la Nación, Sr. Reuven Rivlin y su Señora esposa,
    Presidente de La Knéset, Yuli Edelstein,
    Vicepresidente de la Corte Suprema, Juez Miriam Naor,
    Ministros de gobierno,
    Auditor de la Nación, Sr. Joseph Schapira,
    Personal diplomático,
    Presidente de la Oposición, Diputado Yitzhak Herzog,
    Y Honorables Miembros de la Knéset.
    La última vez que estuve aquí fue antes de la Operación Margen Protector. En esa Operación, frente el ataque del terror delictivo, el Estado de Israel mostró al mundo entero lo que es la firmeza, el poder y la unidad. Esos valores, quedaron fuertemente expresados en la batalla del pueblo y el ejército y, por encima de todo, en la lucha de nuestros soldados, que resultaron heridos, nuestros soldados caídos y en la lucha de sus familiares.
    Sé que hablo en nombre de la Knése.t y del pueblo cuando les doy fuerzas ante tan pesada congoja;  hermanos y hermanos de las familias en duelo.
    Sé que hablo en nombre de todos vosotros, cuando transmito deseos de una pronta y rápida recuperación a nuestros soldados heridos. Los visité en los hospitales, como muchos de vosotros, y me sorprendió  la fuerza de su espíritu y su voluntad de volver, con rapidez, junto a  sus compañeros en el campo de batalla.
    Y, en esa lucha, durante la Operación Margen Protector, nuestros soldados frustraron un ataque de múltiples brazos, planificado por Hamas durante largos años; un ataque destinado a provocar la muerte masiva a civiles de Israel, secuestrar a nuestros soldados y mantener, como rehenes,  a nuestros civiles.
    Hamas disparó miles de misiles hacia las ciudades de Israel e intentó atacarnos, con maniobras terrestres, marítimas, aéreas y subterráneas. La gran mayoría las frustramos. Desbaratamos los misiles. Eliminamos decenas de túneles. Matamos a cientos de terroristas. Demolimos las torres del terror y eliminamos a muchos de sus  oficiales.  Le propiciamos a Hamas el más duro golpe que experimentó y transmitimos un claro mensaje: quien intente atacar a nuestras ciudades y a nuestros civiles, pagará un alto costo.
    Quiero agradecer, una vez más, a los soldados y oficiales del Ejército de Defensa de Israel y a los hombres de los servicios de seguridad y demás brazos de seguridad.
    Gracias a todos, soldados de las FDI, por su heroísmo y fortaleza de espíritu.
    Estamos orgullosos de vosotros. Ustedes defendieron al Estado en una ofensiva militar y el Estado los protegerá en la ofensiva legal y de esclarecimiento.
    Tal como lo hice, hace poco, en  el podio de la ONU, pondremos las mentira al descubierto y los engaños orientados contra las FDI, el ejército más moral del mundo, que combatió en la Operación Margen Protector , una guerra justa por donde se la mire.   Israel marchará seguro sobre la justicia de su rumbo, firme, orgulloso de su pueblo y de su ejército.
    Ese heroísmo de nuestros jóvenes soldados y esa cohesión del pueblo ante las duras condiciones, (mientras Israel enfrenta solo las fuerzas del cruel terror islámico); el hecho de resistir  y combatir, y  habernos cohesionado, es una enorme fuente de esperanza; esperanza de seguridad; esperanza de un futuro y, también, esperanza de  paz.
    Esa posición firme y unificada, nos permitió rechazar, de plano, los dictámenes de Hamas, que ponen en riesgo al Estado de Israel. Lo que requerimos hoy en la ofensiva política es la misma firmeza, la misma fuerza y la misma unidad. Porque también aquí  hay quien pretende dictaminarnos las condiciones que pondrán en riesgo nuestra seguridad y  futuro y alejarán la paz a la que aspiramos;   porque lo que los palestinos exigen de nosotros es la creación de un Estado palestino, sin paz ni seguridad. Ellos exigen la retirada a las Líneas del ´67, el ingreso de refugiados y la división de Jerusalén y,  después de todas esas demandas infructuosas,  no están dispuestos a la condición básica para la paz entre dos pueblos: el reconocimiento mutuo. Mientras esperan de nosotros que reconozcamos su Estado nacional, se niegan a reconocer nuestro Estado nacional. Tampoco están dispuestos a aceptar las normas de seguridad de largo plazo, que nos permitirán proteger a nuestro Estado.
    En lugar de mantener negociaciones bilaterales, sin condiciones previas,  avanzan unilateralmente  en la ONU y en ámbitos internacionales, en un intento por dictaminarnos la creación del Estado palestino, no para dar término al conflicto, sino para continuarlo.
    Eso no los ayudará.
    La paz será alcanzada solo en negociaciones entre las partes. Cualquier otro camino, solo objetará la estabilidad. Israel no aceptará el Estado palestino sin acuerdo de paz real; un acuerdo en el que Israel sea reconocido como Estado del pueblo judío; un  acuerdo que incluya acuerdos de seguridad firme y de largo plazo en el terreno por medio de los cuales, Israel pueda auto-defenderse con sus propias fuerzas ante cualquier amenaza.
    Hay quien me dice: Renuncie, de antemano,  al terreno. Trace un mapa  y,  luego, determinaremos los acuerdos de seguridad y demás tratados. Estará todo bien. Y yo le pregunto: ¿Estará todo bien tal como estaba todo bien después de la retirada de Gaza; tal como estaba todo bien después de la retirada de Líbano?
    No soy un Primer Ministro a quien él  dijo “estará todo bien” lo satisfaga. Hago una simple pregunta: ¿Cuál es el sentido de trazar un límite, si no sabemos qué Estado tendremos del otro lado del límite? ¿Tendremos otro Gaza? ¿Otro Irán? O, quizás,¿ tendremos algunos sub estados, estados volcánicos y tormentosos, tal como ocurre actualmente en Siria, Irak, Libia o Yemen?,  ¿Quizás una república de ISIS?
     Sé que esas preguntas no ocupan a distintos elementos en la comunidad internacional y parece  que, tampoco, en nuestra comunidad nacional.
     Sé que no ocupan a algunos parlamentarios de Europa pero, como Primer Ministro de Israel, responsable del bienestar de 8 millones de ciudadanos, me preocupan sin pausa.
     Y sobre asuntos de seguridad  que no estoy dispuesto a ceder.
    No estoy dispuesto a conformarme con palabras generales sobre el compromiso hacia la seguridad de Israel;  palabras que, en la práctica,  no tienen vigencia práctica porque lo que determinará no serán las lindas palabras sobre el papel sino los soldados en el terreno. Y pregunto: ¿Quiénes serán esos soldados? ¿Quién impedirá la fabricación de misiles en Nablus y Jenin? ¿Quién impedirá la excavación de túneles desde Tul Karem y Qalqilya hacia las ciudades de Israel?
    Por supuesto,  que no será UNIFIL. Bajo ese método. ¿Cuáles serán las fuerzas que garanticen la paz e impidan el terror desde los territorios que desocuparemos? Esa es la pregunta. Y por eso creo que estarán de acuerdo conmigo que no será UNIFIL. UNIFIL tenía previsto impedir el rearme de Hezbollah, tras nuestra retirada de Líbano y Hezbollah se rearmó, casi,  diez veces más.
    Por supuesto que no será UNDOF, que desocupó todas las posiciones en las Alturas del Golán y escapó a nuestro territorio.
    No  vengo con demandas a ninguno de esos organismos.  No  es su función combatir a los ejércitos terroristas, no es su objetivo y no es su habilidad.
    Pero, la pregunta es ¿En quién podremos confiar?
    Hay quien dice, lo escucho aquí, ¿Quizás podremos confiar en las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina?   esas  mismas fuerzas de seguridad que fueron vencidas en horas, días, breves días, frente a las fuerzas de terroristas de Hamas.
    Esa es la realidad y, por eso, pienso que no vengo, aquí,  a actualizarle a nadie  al decir que, en la defensa de Israel, no hay sustituto a los soldados de las FDI.
     Se trata de una evidencia simple y se suma a otra: en los últimos 20 años, desde el ascenso del Islam extremo, todo territorio que desocupamos fue tomado por esas fuerzas que nos atacan desde el espacio  que desalojamos y, por eso, frente a las fuerzas del Islam extremo que funcionan desde todo lugar, frente a la provocación de Abu Mazen y su cooperación con Hamas, no hay sustituto a la firme posición de nuestras demandas; incluso la presencia de seguridad de largo plazo en el Valle del Jordán y nuestro derecho a actuar, desde todo lugar, en el cual quede al descubierto un peligro a nuestra seguridad.
    Reitero y digo ante los miembros de la Casa: No quiero un Estado bi-nacional y,  en la misma medida, no quiero la creación de otra rama iraní que ponga en riesgo el solo hecho de nuestra existencia.
    Dije y reitero: Un acuerdo de paz será probable cuando exista la siguiente versión: un Estado palestino desmilitarizado que reconozca al Estado judío. Para ello, los palestinos deben reconocer nuestras necesidades básicas de un Estado nacional propio, deben aceptar el reconocimiento mutuo y la seguridad verdadera. La experiencia nos demuestra que si renunciamos a esas exigencias y vamos por el método de “Estará todo bien” entonces nada estará bien.
    No caben dudas que obtendremos muchos elogios. Nos aplaudirán, también a mí, por dos días, dos meses, incluso dos años pero, en breve tiempo, pagaremos un alto costo  y continuaremos luchando por nuestra vida, en condiciones mucho peores.
    Por eso es que no tenemos alternativa a mantenernos firmes y fuertes ante la presiones en nuestra contra.
    Y  me dirijo a usted, Diputado Herzog;
    Lo que dije recién  no es popular en varias capitales del mundo.
    Pero debemos sostener la verdad.
    Porque la paz no puede ser construida en base a mentiras e ilusiones. La verdad es que la raíz de este conflicto fue, y sigue siendo, la negativa a reconocer el Estado judío en sus fronteras. “Buji”, uno de los hombres a los que estimo mucho, que hizo exactamente eso, fue vuestro padre.
    El Presidente Chaim Herzog, q.e.p.d. Como embajador de Israel, se puso de pie, ante el podio de la ONU,  y rompió, en pedazos,  la Resolución que comparaba el Sionismo con Racismo. Ese fue un gran momento para Israel en pleno.
    Pensé en vuestro padre cuando escuché a Abu Mazen en el mismo podio, llamándonos no solo racistas sino, ni mas ni menos,  también genocidas.
     Quiero decirle a usted y a todos:
    La  postura sobre la verdad no es un asunto político, de coalición y oposición. Es un tema  nacional. Es un asunto internacional frente a todas las humillaciones que imponen al Estado de Israel, al Sionismo y las Fuerzas de Defensa de Israel.
    Espero que esté, junto a mí, frente a quien llama a nuestro pueblo racista, a nuestros soldados genocidas y a nuestros civiles, profanadores de Jerusalén.
    Esas denominaciones incentivan la escalada que vemos en Jerusalén y, frente a ese avance, actuaremos con todos los instrumentos hasta restituir la calma.
    Mantenemos  el statu-quo permitiendo a todos el ingreso a los lugares santos y continuaremos haciéndolo. Existe amplio acuerdo entre el público que Israel tiene el pleno derecho a construir en los barrios judíos de Jerusalén y en los bloques de establecimiento. Esa es la base del consenso o, por lo menos, así lo pienso: todos los gobiernos de Israel, en los últimos 50 años, así lo hicieron. También para los palestinos queda claro que, esos lugares, permanecerán, en cualquier acuerdo,  bajo soberanía israelí.
    Los franceses construyen en París. Los ingleses construyen en Londres. Los israelíes construyen en Jerusalén. Venir y decirle a los judíos que no vivan en Jerusalén, ¿Por qué? ¿Porque eso calentará el ambiente?
    Para algunos no hay momento cómodo para la construcción de viviendas para los judíos en Jerusalén o en otras partes de nuestro país y si eso dependiera de ellos, en los últimos 65 años, no hubiéramos  construido ni una casa, porque nunca es el momento apropiado.
    Les diré algo: A la vista de ciertos factores en la región nuestra sola existencia es lo que calienta el ambiente. Entonces,  ¿Dejaremos de existir? Durante miles de años, los judíos oran y dicen “El año próximo en Jerusalén construida”. Y ustedes nos dicen, ¿no construir? ¿No ahora? Si no ahora, ¿Cuándo, compañeros? Y la respuesta será, nunca. Por eso, construimos, tal como edificamos  desde el comienzo de la creación del Estado y aún antes, tal como levantamos hoy y cimentamos hoy;  tal como lo hicieron los gobiernos de Israel y, sobre ello, debe haber un muy amplio acuerdo.
    Por supuesto hay un error que conviene erradicar de raíz: la violencia no es resultado de la construcción en Jerusalén. El cruel terror contra una beba de tres meses, cuyos padres la esperaron por largo tiempo;  una beba sentada en su cochecito en el momento en que regresaba del Muro de Los Lamentos con sus padres, que querían agradecer al Todopoderoso por su nacimiento. El  terrorismo no viene debido a la construcción en Jerusalén.
    Y el terror, que mató a otra joven inocente, a la que también nos arrancó. Ese terror no vino debido a la construcción en una u otra parte de Jerusalén. Vino por la voluntad de nuestros enemigos,  que no quieren que estemos aquí ni en  ningún sitio.
     Y, por eso, para el sionismo;  la construcción es la respuesta, natural y clara, para quienes se oponen a nuestra existencia y pretenden erradicarnos de nuestra tierra; buscan  la muerte y nosotros construimos aquí vida.
    Pero, se requiere de voluntad para la paz, también del lado palestino. Con pesar, últimamente,  no veo esa voluntad ni tampoco  ninguna presión del lado palestino. Por el contrario, veo solo presión contra Israel para que haga, más y más concesiones, a cambio de nada, y sin ninguna seguridad.
    Quiero aclarar: ninguna presión, de adentro o afuera, ayudará. No  renunciaré  a nuestras exigencias básicas:  una vida en paz y, en especial, a la seguridad.
    Israel nunca perderá la esperanza de paz, pero eso no quiere decir que debemos trepar a esperanzas vanas. Porque, si hubiéramos ido tras toda iniciativa irresponsable, de las que nos proponen cada lunes y jueves, Hamas ya habría cavado túneles hasta Kfar Saba y hubiese lanzado miles de bombas sobre Ben Gurion.
    Entonces, Damas y Caballeros, un poco de paciencia, y mucha responsabilidad. Porque hay esperanza, porque ocurre un cambio, lentos pero claros;  un cambio importante en los países centrales del mundo árabe que ven, con buenos ojos, a Israel en muchos de los desafíos que les ponemos por delante. Entienden que los mayores peligros,  para ellos y nosotros, vienen del Islam extremo.
    Continuaremos evaluando junto a  ellos las posibilidades de promover soluciones regionales que puedan ayudar a la solución de nuestro conflicto con los palestinos.
    Siempre se dijo que, el acuerdo con los palestinos, aportará a nuestra relación con el mundo árabe. Y, en ello,   hay verdad. Pero también aparece otra verdad: que el acuerdo con el mundo árabe puede ayudar en la normalización de nuestras relaciones con los palestinos; un  beneficioso acuerdo regional con todos.
    Hace poco  se firmó un acuerdo de suministro de gas desde Israel a Jordania (con quien, ayer, se cumplieron 20 años de la firma del acuerdo de paz). Esos acuerdos en el área de energía, transporte, comercio,  agricultura y medicina, son reales.  Parte de ellos ya se materializan y pueden servir a Israel y a los estados moderados del Medio Oriente en el objetivo de conformar un frente común para el aprovechamiento de oportunidades y despejar peligros.
     Miembros de la Knéset;
    No  hay mayor peligro para el futuro de nuestra región que el intento, por parte de Irán, de convertirse en un Estado umbral nuclear.
    En la lucha,  entre extremistas chiitas y extremistas sunitas, el gran peligro es que uno de ellos se equipe con armas nucleares.
    Vuelvo a reiterar: vencer a ISIS y dejar a Irán como Estado umbral nuclear es vencer en la batalla y perder la guerra.
    Espero que, la comunidad internacional, no cometa un error histórico al levantar las sanciones contra Irán y dejar, en sus manos, la capacidad de enriquecer uranio hacia una bomba nuclear en breve tiempo. Y que quede claro: Israel, a quien Irán amenaza con eliminar, siempre mantendrá su derecho a auto-defenderse.
    Miembros de la Knésett;
    Es posible ver todos estos desafíos.
    es posible, también,  no verlos.
     Es  posible barrerlos, ponerlos de costado, y ocuparse de otros temas, parte  verdaderos y parte simulados.
    Pero no es posible alejar de la realidad lo que aquí digo.
    Estas son cosas reales y debemos enfrentarlas.
    Pero veo todos esos desafíos y no me invade, en absoluto,  el pesimismo.
    No soy pesimista para nada.  
    Veo  nuestro poder.
    Veo  nuestro avance.
    Veo el hecho que Israel es un Estado moderno, avanzado, cuyo poder va creciendo, año tras año.
    Veo esto en nuestro salto a los nuevos mercados: China, India, Japón.
    Veo eso en la línea del firmamento en Tel Aviv, en las rutas, trenes, cruces y puentes que desplegamos y construimos a lo largo del país, para unir la Galilea y el Negev con el centro.
    Veo eso en las fibras ópticas que extendimos entre Metula y hasta Eilat.
     Veo eso en la evidencia que Israel se convierte en una potencia cibernética mundial. Cerca del 10% de las inversiones en esa área en el mundo se hacen en  Israel. Es impresionante.
    Veo eso en el hecho que nuestros datos de desempleo son los más bajos del mundo.
    Veo eso en el hecho que, Israel, es el único estado que logró frenar la infiltración ilegal a sus fronteras.
    Veo eso en el desarrollo y equipamiento de la Cúpula de Hierro, que cambió la ofensiva militar y salvó muchas vidas.
    Veo que, aún, subsisten problemas.
    Pero creo que las mismas fuerzas, que nos permitieron hacer todas esas cosas, enfrentar todas las ofensivas, incluso en el último verano;  esas misma fuerzas nos permitirán, también, superar esos problemas y, en particular, el más central de ellos:  el encarecimiento del costo de vida.
    Unificaremos  nuestras fuerzas hacia el objetivo de generar una solución, también en ese aspecto: rompiendo cárteles, monopolios, bajando impuestos. Hicimos grandes pasos en el gobierno anterior para bajar el costo de vida como la educación gratuita desde los 3 años, que permite ahorrar 800 shekalim por niño, a cientos de miles de familias y tenemos muchos más por hacer en este gobierno.
    Estas son nuestras dos grandes metas: defender la vida y mejorar la calidad de vida: seguridad, progreso, bienestar y paz. Esas son nuestras metas y, juntos, espero que, también, con vuestra ayuda pero, por supuesto, con ayuda del Todopoderoso, lo haremos y venceremos.