Durante los últimos días se ha revelado el interés que existe a nivel gubernamental por potenciar la construcción de plantas desaladoras en el norte de Chile, para enfrentar el déficit hídrico que afecta a esa zona del país.
Israel, cuya climatología y morfología es muy similar al norte de Chile, ya recorrió este camino hace algunos años, y a la fecha sus cinco plantas desaladoras suministran agua potable a más de la mitad de sus habitantes, es decir unos 4.5 millones de personas.
El proceso técnico que se usa en Israel, y que se ha validado a nivel mundial, es el de osmosis reversa, que a partir del agua de mar genera un producto de alta calidad, al cual solo hay que reintegrarle algo de calcio y magnesio, por temas de sabor y salud.
Pero este procedimiento también se aplica a las aguas salinas de napas subterráneas que se encuentran al interior de Israel, similares a las que existirían en Atacama. En este caso, las plantas desaladoras permiten abastecer zonas alejadas del mar, evitando los costos de traslado del recurso. Sin embargo, dadas las condiciones químicas del agua salina, procesarla para el consumo potable tiene un mayor costo, y por lo tanto, sumando y restando, esta fórmula se justificaría para proyectos que se ubiquen al menos 50 kilómetros hacia el interior del país.
En lo que respecta a los costos de producción, en Israel se ha llegado a valores cercanos a los 0,5 dólares por metro cúbico para las plantas ubicadas en la costa, este valor podría elevarse, producto del alza generalizada de los costos de la energía, que es uno de los insumos claves en el proceso de producción vía osmosis inversa.
Si bien en Israel toda el agua es gestionada por la empresa estatal, la desalinización se ha desarrollado a través de un modelo built-operate-transfer, donde los privados han invertido en la infraestructura de las plantas, con contratos que les aseguran por 25 años la compra de su producción a un precio preestablecido. En otras palabras, un modelo semejante al de las concesiones de obras públicas que se conoce en Chile.
En forma paralela, el sistema nacional de aguas de Israel ha logrado que el 80% del recurso utilizado sea tratado y reusado para agricultura, con lo cual el porcentaje de agua potable “desperdiciado” en riego es muy menor.
Y si bien Israel ha avanzado mucho en estos temas y tiene una experiencia que puede servir de guía a otros países, todavía hay áreas que están en pañales, como por ejemplo la forma de reintegrar al medio ambiente las sales y químicos que se extraen del agua en el proceso, ya que según las investigaciones que se están realizando actualmente arrojarlos desaprensivamente al mar o al desierto podría generar desequilibrios indeseados en el ciclo hídrico.
En la Embajada de Israel constantemente estamos recibiendo consultas sobre estos temas de parte de comunas afectadas por escasez de agua y naturalmente estamos dispuestos a cooperar, compartiendo las experiencias que puedan ser adaptables a Chile.