Mientras las conjeturas sobre la coalición se suceden, el Presidente de la Nación, Shimon Peres, parte mañana a una visita, de tres días, a Suiza. El responsable de determinar sobre quien pesará la tarea de conformar el próximo gobierno participará, durante el fin de semana, deL Foro Económico Anual de Davos, donde el presidente es huésped fijo.
A su retorno, a principios de la semana próxima, Peres comenzará con los dispositivos para decidir sobre quién imponer la conformación del gobierno. Oficialmente, el asesoramiento con los jefes de fracciones - en el despacho del presidente- comenzarán el próximo miércoles, una semana después de las elecciones, y solo cuando el presidente de la comisión electoral publique los resultados finales de las elecciones, el 30.
La gran mayoría de los resultados ya fueron contados por la madrugada y si bien algunos mandatos podrán fluctuar de un lado a otro con los resultados finales, después del conteo de los sobres, ya es posible decir que, la brecha entre los dos bloques principales, para la XIX° Knesset, será muy pequeño y, hasta el momento, escrutado el 99% de los votos, existe una equidad absoluta: 60 mandatos para el bloque de derecha-religioso frente a los 60, del bloque de centro–izquierda-árabe.
Likud-Beitenu: 31
Yesh Atid: 19
Avoda: 15
SHAS: 11
Habayt Hayehudi: 11
Jahadut Hatora: 7
Hatnua: 6
Meretz: 6
Raam-Taal: 5
Hadash: 4
Balad: 3
Kadima: 2
Según los datos señalados, el próximo gobierno sería conformado, tal como fue pronosticado durante la campaña electoral, por el Primer Ministro, Biniamin Netanyahu, que encabeza el partido más grande del bloque de derecha y de la Knesset en general: Likud-Beitenu con 31 mandatos. La coalición que encabezaría podrá tomar una variedad de formas y existe una conjetura teórica de que si, Netanyahu, no logra conformar una coalición, sería el jefe del segundo partido más grande en tamaño quien recibirá la responsabilidad de conformar el gobierno.
El primer escenario posible es un partido estrecho de derecha-religiosa, donde Netanyahu se uniría con Habayt Hayehudi, SHAS y Yahadut Hatora, en una coalición de 60 mandatos. Se trataría de una única coalición, desde el punto de vista ideológico pero, sin embargo, no contará con una verdadera mayoría en la Knesset, lo que le dificultará proponer leyes como despertaría una importante hostilidad internacional.
El segundo escenario, en apariencia el preferido por Netanyahu, sería un partido de centro - derecha en el que conformaría gobierno con Yesh Atid, como principal socia de la coalición, con Kadima y, quizás, con Hatnuá, encabezado por Tzipi Livni. Una coalición de esas características alcanzaría los 59 mandatos y Netanyahu deberá incorporar, por lo menos, a un partido más de su bloque: Habayt Hayehudi o uno de los religiosos- ortodoxos, quizás, renunciando a Livni.
El rédito de ese escenario es una coalición más amplia y flexible frente a una coalición reducida. Pero el déficit es claro: demasiados elementos que se verán en dificultades para sentarse juntos en el gobierno.
El tercer escenario sería un gobierno de unidad laico, en el que Netanyahu y Lapid se unan a Avoda, encabezado por Shelly Yachimovich, con Mofaz y Livni para la creación de un gobierno que porte la bandera de la igualdad en los cargos y dejen afuera tanto a Habayt Hayehudi como a los partidos religiosos ortodoxos. Se trataría de una coalición de 73 mandatos, aceptada con amplia simpatía pública y gozaría de una relativa estabilidad. Al mismo tiempo, podría despertar una rebelión interna, por parte de los diputados más derechistas dentro del Likud.
El cuarto escenario, que podría materializarse solo si Netanyahu no logra aprovechar el período de tiempo que se le determine para la conformación del gobierno, incluye un gobierno de centro-izquierda-ortodoxo, encabezado por Yair Lapid. Lapid podría conformar una coalición con Avoda, Hatnua, Kadima, Meretz, SHAS y Yahadut Hatora (al último podría, también, renunciar).
El rédito de una coalición así es la posibilidad de movilizar pasos políticos que no serían posibles con ninguna otra coalición. Sin embargo el déficit sería que el Primer Ministro estaría sujeto a todos los chantajes por parte de sus socios de coalición que podrían derrocarlo.