Es difícil hablar de paz en tiempos tan convulsionados, y más difícil aún cuando Israel todavía está enfrentado con el grupo terrorista Hamas, que desde la Franja de Gaza inició hace más de un mes una ofensiva con cohetes contra poblados israelíes, incluyendo Jerusalén, Tel Aviv y otras ciudades.
Las imágenes que llegan de esta parte del mundo están lejos de reflejar una situación de tranquilidad, y adicionalmente las redes sociales se han encargado de divulgar fotografías y videos de tremenda crudeza, los cuales en todo caso deberían ser observados y analizados con cautela. No quiero de ninguna manera negar o minimizar la tragedia de la guerra que se refleja en las imágenes, pero lamentablemente en las redes sociales han circulado fotos y videos falsos o que corresponden a escenas de otros conflictos, como el de Siria, Irak o Afganistán, exacerbando de esta forma las reacciones en contra de Israel.
Algo similar ha sucedido con las cifras puestas sobre la mesa. También sin ninguna intención de minimizar lo que está sucediendo en terreno, porque para nosotros cada vida humana es un mundo entero, creemos que hay que evaluar la seriedad de las fuentes, tal como lo han indicado medios prestigiosos como la BBC o el New York Times, aludiendo a la manipulación en el uso de los datos para caracterizar los impactos sobre Gaza.
Estos son tiempos donde la solidaridad y la contención son indispensables. Tiempos en que pese a la complejidad de los hechos debe prevalecer el sentido humanitario y la prudencia.
En los pocos días que me encuentro en Chile, he visto que lamentablemente hay algunos que se esfuerzan por importar el conflicto del Medio Oriente a la realidad chilena. Y no me refiero a la legítima crítica política o al derecho de manifestarse, sino al uso de slogans, calificativos, símbolos, consignas y conceptos prejuiciosos que finalmente distorsionan la realidad y desinforman a la opinión pública.
Sé que los chilenos son un pueblo pacífico, que desea la paz y la armonía entre todas las personas. En tal sentido, en estas latitudes seguramente prevalecerá la tendencia natural a aislar a aquellos que tienen como objetivo claro la incitación al odio y el fomento de la violencia.
Los israelíes solo buscamos la paz y poder vivir tranquilamente como cualquier pueblo del mundo. Esto no son solo palabras. Lo hemos demostrado con hechos cuando nuestra contraparte ha estado disponible a la paz, como han sido los casos de Egipto y Jordania.
Pero no todas las contrapartes están disponibles para la paz. Como dice nuestro Primer Ministro: “Si Hamas deja las armas, habrá paz; pero si Israel deja las armas, dejaremos de existir”.
Por eso, cualquier acuerdo para salir del actual conflicto tendrá que incluir el desarme total de Hamas, ya que la experiencia nos ha enseñado que este grupo terrorista comienza a planear su próximo ataque inmediatamente firmado el armisticio. Así lo hizo al finalizar los conflictos de 2009 y de 2012, pero esta vez no se puede repetir la historia, pues con la sofisticación de la capacidad de fuego de sus cohetes y con el desarrollo de nuevas estrategias de ataque, como los túneles subterráneos que se internan en nuestro territorio, Hamas demostró que quiere convertirse en una amenaza vital a la existencia de Israel.
En resumidas cuentas, a un pirómano no se le puede permitir que siga jugando con fuego.
Finalmente, hago votos para que esta nueva tregua sea respetada por Hamas y pueda llevarnos a un arreglo de largo alcance, que permanezca en el tiempo.