6 de febrero, 2013
The Washington Post
El martes, el gobierno búlgaro confirmó lo que la mayoría del mundo sabe desde hace meses: el bombardeo de un autobús, que trasladaba turistas israelíes al resort del Mar Negro, el pasado 18 de julio, fue llevado a cabo por miembros de la organización libanesa Hezbollah.
Los resultados de la investigación oficial presentan a los líderes de la Unión Europea una realidad difícil de ignorar. Deben decidir si permitir que, un ataque terrorista, en un territorio de la Unión Europea, quede impune o sancionar el movimiento que es de un apoderado de Irán como de un partido dominante en el gobierno libanés.
El caso de las sanciones es fuerte. El ataque de Burgas, que mató a cinco israelíes e hirió a más de 100, no fue un incidente aislado sino parte de una campaña de terrorismo contra objetivos israelíes, estadounidenses y de estados del Golfo por parte de Hezbollah y de las fuerzas Quds del Cuerpo de Guardias Revolucionarias de Irán. De acuerdo con un nuevo informe de Matthew Levitt ( del Washington Institute for Near East Policy), ambos grupos decidieron lanzar una campaña de violencia destinada a casitgar a Israel por el asesinato de científicos iraníes y disuadir un ataque al programa nuclear de Irán.
Desde entonces, la Fuerza Quds entre otras cosas, complotaron para asesinar al embajador saudí ante EEUU en Washington y al embajador estadounidense en Azerbaijan, y atacó a la esposa de un diplomático israelí en India. Hezbollah intentó agresiones hacia turistas israelíes en Chipre, Grecia y Tailandia así como en Bulgaria. Levitt dice que más de 20 ataques terroristas por parte de Hezbollah o de la fuerza iraní fueron detectados, entre mayo de 2011 y julio de 2012. Casi todos fracasaron o fueron desbaratados.
Israel participa en esa sombra de guerra: cinco científicos nucleares iraníes fueron asesinados en los últimos años. EEUU auspició ataques cibernéticos a instalaciones nucleares iraníes. Pero nada justifica los intentos de Hezbollah de asesinar a turistas; uno de los liquidados en Bulgaria fue una mujer embarazada. Ni una comunidad democrática, como la Unión Europea, debería tolerar ataques terroristas en su territorio por parte de una organización establecida, como Hezbollah, que busca el reconocimiento como movimiento político legítimo digno de gobernar Líbano.
EEUU, que hace tiempo designó a Hezbollah como organización terrorista, presionó a los líderes europeos a hacer lo mismo, de manera que, los fondos del grupo en bancos europeos y otros activos financieros puedan ser dirigidos. Varios gobiernos, encabezados por Francia, se resistieron; a ellos les preocupa que las sanciones puedan desestabilizar, aun más, a Líbano o que los pacificadores europeos en el sur de ese país reciban represalias.
Los hallazgos de Bulgaria deben poner fin al debate. La inacción podría significar aceptar que Europa puede ser una zona bajo fuego para Irán y sus aliados.
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