El domingo 13 de septiembre, víspera del Año Nuevo judío, Rosh HaShaná, un grupo de unos 150 radicales islámicos causaron disturbios en el Monte del Templo, en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Los disturbios se iniciaron con la intención de socavar el statu quo del Monte del Templo que protege el derecho de los musulmanes a rezar en la mezquita de al-Aqsa, así como la libertad de todas las personas, independientemente de su religión, a visitar el Monte. Los agitadores interrumpieron las visitas de los turistas y de los israelíes en el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo.
Los agitadores claramente habían planificado sus agresiones con muchos días de antelación: se atrincheraron previamente dentro de la mezquita de al-Aqsa, donde habían almacenado piedras, tablones, piezas de madera y cohetes, y también prepararon cócteles molotov incendiarios y artefactos explosivos.
Los disturbios continuaron a lo largo de los tres días consecutivos de la festividad judía, ya que los agitadores enmascarados lanzaron piedras, bombas incendiarias y petardos a la policía, quien respondió con medidas antidisturbios no letales. Los artefactos explosivos que lanzaron los agitadores enmascarados hirieron a un gran número de policías y provocaron varios incendios que fueron sofocados por la policía.
Con el fin de restablecer la calma la policía no tuvo otra elección que quitar las barricadas levantadas en la entrada de la mezquita y cerrar sus puertas, creando una separación entre los agitadores y los visitantes. Poco después en el Monte del Templo se recuperó la normalidad y los visitantes pudieron recorrerlo.
Estos acontecimientos recuerdan a un incidente similar que tuvo lugar en julio de 2015. Los disturbios de entonces se produjeron con la intención de perturbar las visitas de los judíos al Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo, durante Tisha B’Av (el 9 del mes de Av), un día sagrado de duelo que conmemora la destrucción del primer y el segundo Templos judíos, así como interrumpir las habituales visitas de turistas al Monte del Templo. Tanto entonces como ahora las piedras almacenadas, los cohetes y las bombas incendiarias usadas por los agitadores y las barricadas colocadas a la entrada de la mezquita de al-Aqsa muestran que la violencia fue premeditada y que los agitadores querían mantener el foco de la violencia alrededor de la mezquita.
El Primer Ministro Netanyahu ha declarado en repetidas ocasiones que el Gobierno de Israel está comprometido en el mantenimiento del statu quo en el Monte del Templo y que se opondrá a cualquier intento por la fuerza de cambiarlo. El statu quo protege el derecho de los musulmanes a rezar en la mezquita, así como la libertad de todas las personas ya sean musulmanes, cristianos, judíos o de cualquier otra confesión, a visitar el Monte del Templo.
Los agitadores radicales islámicos en el Monte del Templo deliberadamente profanaron, dañaron y pusieron en peligro un lugar sagrado para musulmanes y judíos, convirtiéndolo en un campo de batalla al usar piedras, cócteles molotov y artefactos explosivos. Israel no va a permitir que la mezquita de al-Aqsa se convierta en un bastión terrorista.
Las piedras y las armas almacenadas por los agitadores palestinos y las barricadas situadas en la entrada de la mezquita de al-Aqsa muestran que la violencia fue premeditada.
Mientras las autoridades israelíes toman medidas de cara a asegurar la libertad religiosa para todos, permitiendo el acceso a todos los lugares sagrados de Jerusalén y manteniendo el statu quo del Monte del Templo y el orden público, hay muchos en el lado palestino que están intentando activamente cambiar el statu quo y socavar el delicado equilibrio y el prolongado modus vivendi en Jerusalén.
En los últimos cuatro años, los radicales islámicos se han empeñado en violar el statu quo impidiendo a los no musulmanes visitar el Monte del Templo, sobre todo durante las fiestas judías. Dos de estos grupos, los Mourabitoun y los Mourabitat, fueron declarados organizaciones ilegales el 8 de septiembre de 2015 debido a las graves amenazas que suponen para el orden público. Ambos han sido financiados y dirigidos por Hamás y por la Rama Norte del Movimiento Islámico, y se dedican a atacar a los visitantes, así como a la policía, con piedras, barras de hierro, cócteles molotov y artefactos explosivos.