En esta tercera ocasión planificó una visita nocturna para poder rezar con tranquilidad.
Acompañado por el rabino del Muro, Samuel Rabinovich, y por otro de Rusia, Putin, con una "kipá" (solideo) en la cabeza aprovechó su visita para charlar con la gente que se encontraba a esa hora en el santuario judío.
Entre ellos un ultra ortodoxo de origen ruso con el que habló sobre la existencia de Dios y con el que estuvo de acuerdo en que si todo el mundo fuera creyente "no ocurrirían cosas malas (..) y sólo habría felicidad".
Putin hizo también, a propia iniciativa, una visita guiada por el llamado Túnel Asmoneo, subterráneo de hace dos mil años que cruza del Muro Occidental al Barrio Árabe, y por el que con motivo de su apertura al público en 1996 los palestinos lanzaron una intifada de protesta.
Hasta entonces se trataba de la peor ola de violencia desde la guerra de 1967, y costó la vida a 67 palestinos y 13 israelíes. Más de mil personas resultaron heridas.
Putin recibió de regalo un libro en ruso sobre la historia del lugar, hizo preguntas de forma constante por todo el recorrido y dijo que "aquí es dónde se ve cómo el pasado judío está grabado en las piedras de Jerusalén".
El líder ruso, que viajó Belén para una entrevista con el presidente palestino, Mahmud Abás, se entrevistó en Jerusalén con el primer ministro, Biniamín Netanyahu, y con su colega israelí, Shimón Peres.
Fuente: EFE y Aurora