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“Somos un país pequeño y muy lejano, pero a pesar de eso recibimos a científicos de todo el mundo, que quieren trabajar en conjunto, y a comparación de China, India y Corea, tenemos una enorme ventaja: quizás ellos estudien de un modo más sistemático y sus estudiantes sean más obedientes, pero creo que la cultura israelí de innovación, de no temerle al fracaso y de plantearse dudas es lo que los atrae a nosotros para una interacción entre los recursos humanos de ambos lados”, conjeturó el científico nacido “al final de la Segunda Guerra Mundial, de padres que huyeron de Eslovaquia”, que está casado desde la década del ’70 y tiene un hijo, una hija y dos nietas.
“Hoy, la de Tel Aviv es la universidad central de Israel, si observo adónde vienen a buscar graduados y profesionales; y la combinación entre la centralidad de la universidad y Tel Aviv puede resultar un imán para los jóvenes, que buscan un lugar cálido, no desde el punto de vista de la temperatura, sino cultural e intelectualmente porque es una de las primeras ciudades en el ranking, por este aspecto y las innovaciones”, aseveró.
“Estamos trabajando bien, pero debemos hacerlo mejor, y creo que nos ayudaría que cambiase la situación política”, se lamentó el ex presidente de la Fundación Israelí de Ciencia entre 2002 y 2009.
Vinculado con ello, “sin duda Israel debe ‘vender’ arte, literatura, teatro y ciencia; creo que la Cancillería debería pagarnos por el trabajo que hacemos, pero solo les preocupa la política”, agregó.
Entre los últimos logros de la Universidad de Tel Aviv “establecimos en muy poco tiempo un cibercentro, que debe ser el primero en Israel, vinculado con la administración y la seguridad de los datos, algo que nos involucra a todos, y todo el campus de la universidad -Humanidades, Ciencias Sociales y Ciencias Exactas- puede tomar un curso al respecto según su nivel”, se enorgulleció Klafter.
Además, “recientemente abrimos un Centro de Estudios Mediterráneos, que incluye Ingeniería, Ecología, Biología marina, Ciencia Política e Historia, y también fuimos los primeros en inaugurar una Facultad para Estudios del Cerebro, donde educamos a los estudiantes a centrarse” en el tema, con “un futuro de gran éxito”, auguró.
“La Universidad de Tel Aviv también tiene la mayor cantidad de programas internacionales en inglés y somos la única que tiene tres carreras (en ese idioma), que dan títulos de grado y están completas: Artes liberales, que empezó hace un año, con más de 60 estudiantes, casi sin hacer marketing; ahora se abrió Electroingeniería, de 4 años; hace 35 años que tenemos un doctorado en Medicina dedicado a Norteamérica; y tenemos unos trece programas de doctorado en inglés”, detalló su presidente.
“La matrícula de la universidad es la mayor del país, a pesar de que es de las más jóvenes: unos 16.000 estudiantes de títulos de grado, de los cuales 1.500 son del exterior, y otros 14.000 de doctorados; diría que el número de extranjeros, sean o no judíos, no es pequeño, pero tampoco demasiado grande, y me gustaría que fueran muchos más” porque “la cantidad de judíos de los Estados Unidos e incluso de Latinoamérica que recorren el mundo es grande, pero no vienen tantos a Israel”, a pesar de “su calidad educativa”, se quejó.