La festividad de las luminarias conmemora la luz que trajo al pueblo judío la recuperación de la independencia ante la victoria de los macabeos sobre los griegos y la posterior reinauguración del Gran Templo de Jerusalem, luego de que fuera profanado con símbolos paganos.
El milagro de Jánuca reside, primero, en el valor de los rebeldes, que eran pocos y lograron sobreponerse ante un enemigo que los superaba en número y en armamento. De modo que, la festividad surgió por mérito de sus acciones.
La tradición también habla del milagro que fue encender el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite, que alcanzaba sólo para uno. Esto dio origen a la principal tradición de Jánuca, que consiste en prender, de derecha a izquierda y en forma progresiva, un candelabro llamado Hanukiá.
Cada noche, durante esos ocho días, hacia el atardecer se encienden las velas en un lugar visible de la casa para que las demás personas vean la luz y sepan que proclamamos el milagro del aceite y la victoria de la libertad, como un mensaje de paz, alegría y agradecimiento. Hánuka representa la lucha por mantener vivos los propios valores.
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