Cuando los Juegos Olímpicos se celebraron por primera vez en la antigua Grecia, las ciudades Estado griegas, la mayoría del tiempo estaban en guerra. Una "tregua sagrada" fue adoptada por todas las partes en conflicto, a fin de que los juegos pudieran continuar en paz, y la gente pudiera viajar con seguridad.
Los asesinos de nuestros atletas en Munich no entendían lo que los griegos entendían dos millenis y medio atrás. El fuego de la antorcha olímpica, sirve para iluminar, no para consumir. Los Juegos Olímpicos tratan sobre el logro humano - el terrorismo trata de negarlo. El espíritu olímpico trata de celebrar la vida humana - el terrorismo viene a celebrar la muerte.
Los que instaron al COI a oficiar un recordatorio oficial y público y hacer un minuto de silencio para honrar la memoria de los atletas israelíes asesinados entendieron esto: El presidente Obama y el Senado de los Estados Unidos, los parlamentos de Alemania, Australia y Canadá, entendieron. Lamentablemente, sus peticiones fueron rechazadas.
Por esa razón, durante los discursos en la ceremonia de apertura, insistí en realizar mi propio minuto de silencio. Pero yo no estaba solo. Millones en todo el mundo, los amantes de los deportes y los amantes de la humanidad, estaban conmigo en silencio. En mi silencio, hablé por ellos.
En un ensordecedor silencio, nos unimos en memoria de nuestros once atletas. Nos pasaron una antorcha, y con un corazón pesado, pero seguro, nos comprometemos a llevar la antorcha hacia adelante, ahora y para siempre.