La desproporción, en
enfrentamientos bélicos, es una palabra que solo se usa en contra del Estado de
Israel cuando lo atacan y se defiende como cualquier país del mundo lo
haría. El 7 de octubre de 2023,
miembros de la organización terrorista Hamás invadieron territorio israelí y
asesinaron a 1.200 personas en un atroz ataque: incendiaron casas con personas
adentro, ejecutaron familias enteras, decapitaron y calcinaron bebés. Mutilaron
y violaron a sus víctimas y secuestraron a más de 250 personas. Ese mismo día,
los terroristas desfilaron con cuerpos de civiles y soldados por las calles de
Gaza como si fueran trofeos.
Tras esta masacre, se
desató una guerra. Una guerra que nos fue impuesta y que cada día trae más
sufrimiento. Cuando leo en los periódicos que Israel da una respuesta
“desproporcionada” al ataque de Hamás, me pregunto qué harían algunos jefes de
Estado si sus países se enfrentarán a un grupo terrorista cuyo propósito
declarado de existir es la destrucción de su pueblo.
La “proporcionalidad”
en conflictos rara vez existen, pero si decidiéramos adoptar este fetiche
acerca de la proporcionalidad, entonces, eso significaría que en represalia a
lo que el pueblo israelí sufrió, Israel debería tratar de localizar un festival
de música en Gaza y violar la cantidad exacta de mujeres jóvenes que los
terroristas de Hamás violaron en el festival de música Nova. Israel debería
buscar una ciudad en Gaza y asegurarse de ir casa por casa para matar de forma
precisa la cantidad exacta de bebés, niños, mujeres y envejecientes que Hamás ejecutó.
Hablar de
“proporcionalidad” en conflictos es un chiste y solo de nuestro país se espera
una “respuesta proporcional” cuando somos atacados. Dado el tamaño y la naturaleza
de las atrocidades del 7 de octubre, Israel tiene un derecho a la autodefensa,
que puede incluir el objetivo militar de eliminar a Hamás, que continúa
amenazando con repetir su ataque y destruir nuestro pueblo.
El ejército israelí hace
todo lo posible para proteger a nuestros ciudadanos, tratando de minimizar el
riesgo a los civiles de Gaza mientras Hamás sigue utilizando escuelas,
hospitales y residencias pobladas como base de operaciones. Hamás se esconde
históricamente entre la población civil y familias palestinas inocentes están
muriendo a causa de ellos.
Si Hamás cumpliera
con los requerimientos del derecho internacional, renunciara a las armas y
liberara a las 136 personas que aún mantiene como rehenes, la guerra acabaría
en un instante.
Nosotros queremos
convivir en paz con nuestros vecinos árabes, pero eso no será posible hasta que
la amenaza que representa Hamás desaparezca.