La delegación israelí a la ONU conmemoró el 70 aniversario de la votación por la Partición del Mandato Británico en Palestina que permitió la fundación de Israel.Se realizó una recreación del evento histórico, con la asistencia del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, y decenas de embajadores de todo el mundo. El evento festivo, tuvo lugar en el Museo de Queens en Nueva York, en una habitación donde se recreó la sala original en la que se llevó a cabo la votación en 29 de noviembre 1947.
El diseño de la sala se restauró de acuerdo con el aspecto original, desde las mesas de madera hasta el escenario y el mapamundi en la pared. Además del Vicepresidente Pence y el Embajador de Israel en la ONU Danny Danon, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin, y el Presidente del Congreso Judío Mundial, Ron Lauder, también estuvieron presentes. En el evento participaron decenas de embajadores y diplomáticos, entre ellos los representantes de 33 países que votaron a favor del establecimiento de un estado judío y líderes de la comunidad judía en los Estados Unidos. Al evento fueron invitados más de 700 personas.
Los invitados también disfrutaron de una actuación especial de la artista israelí Ninet Tayeb, interpretó “Jerusalén de Oro” y cantó el himno Hatikva.
La votación del 29 de noviembre de 1949
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, se conoció la magnitud del Holocausto. Esto aceleró las demandas de resolución de la cuestión de Palestina para que las personas desplazadas, sobrevivientes de la solución final de Hitler, pudieran encontrar refugio en su propia patria. La comunidad judía existente, el “Yishuv”, también estaba prosperando y estaba lista para la independencia. Los británicos trataron de llegar a un acuerdo aceptable tanto para los árabes como para los judíos, pero su insistencia en obtener la aprobación de los primeros garantizó el fracaso porque los árabes no harían ninguna concesión. Posteriormente, los británicos pasaron el tema a la ONU en febrero de 1947. La ONU estableció una Comisión Especial para Palestina (UNSCOP) para idear una solución.
Los delegados de 11 naciones descubrieron lo que durante mucho tiempo había sido evidente: las aspiraciones nacionales conflictivas de judíos y árabes no podían conciliarse. Cuando regresaron, los delegados de siete naciones -Canadá, Checoslovaquia, Guatemala, Países Bajos, Perú, Suecia y Uruguay- recomendaron el establecimiento de dos estados separados, judío y árabe, a los que se incluiría la cooperación económica, con Jerusalén como un enclave internacionalizado. Tres naciones, India, Irán y Yugoslavia, recomendaron un estado unitario con provincias árabes y judías. Australia se abstuvo.
Los judíos de Palestina no estaban satisfechos con el pequeño territorio que les asignaba la Comisión, ni estaban contentos de que Jerusalén hubiera sido separada del Estado judío; sin embargo, acogieron con beneplácito el compromiso. Los árabes rechazaron las recomendaciones de UNSCOP.
El comité ad hoc de la Asamblea General de la ONU rechazó la demanda árabe de un estado árabe unitario. La recomendación de la mayoría para la partición fue vista como una solución más justa y posteriormente adoptada por una votación de 33 a 13 con diez abstenciones el 29 de noviembre de 1947.
Los 33 países (58%) que votaron a favor de la resolución 181 fueron: Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelandia, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Sudáfrica, la Unión Soviética, Ucrania, Uruguay y Venezuela.
Los 13 países (23%) que votaron contra de la resolución 181 fueron: Afganistán, Arabia Saudita, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen.
Los países que se abstuvieron fueron 10 (el 18%): Argentina, Colombia, Chile, China, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido y Yugoslavia. Tailandia estuvo ausente en la sesión plenaria.
En ese tiempo, 57 estados eran los miembros de las Organización de las Naciones Unidas. El mayor bloque lo constituían los 20 estados latinoamericanos (35% del total). La mayoría (13) de los 20 países latinoamericanos votó a favor de la partición.
El rol de Latinoamérica en la votación
Moshé Tov, nacido en Argentina y uno de los primeros diplomáticos que integraron el servicio exterior israelí, en su Memoria “El Murmullo de Israel”, recuerda que “la Resolución fue el producto de un largo, tenaz, perseverante y dinámico empeño mancomunado de un puñado de hombres que integraron la UNSCOP, compuesto por representantes de todas las áreas geográficas y, dentro de ellas, los embajadores de tres países latinoamericanos: Uruguay, Guatemala y Perú, (Enrique Rodríguez Fabregat, Jorge García Granados y Arturo García Salazar, respectivamente).
A último momento, los opositores intentaron una maniobra dilatoria proponiendo la postergación del voto, pero entonces surgió la acción también de ribetes históricos del representante del Brasil, Osvaldo Aranha, quien desde la presidencia de la Asamblea determinó que la votación se realizara, consagrando el trascendental dictamen recibido con enorme júbilo en el mundo judío y en la opinión pública internacional.
En los años siguientes, todos los países latinoamericanos, los que votaron la Resolución y los que se abstuvieron, entablaron estrechos vínculos de toda índole con el Estado de Israel, cimentando una amistad que se volvió tradicional.
Sin embargo, en los últimos años el Ministerio de Relaciones exteriores prefirió relegar la atención a la región de América Latina por privilegiar cálculos de orden geopolítico y económico, mientras que la influencia internacional de los enemigos de Israel como Irán ha ido ganando espacio (con Venezuela y Bolivia habiendo roto sus relaciones con Israel), dado que han aprovechado el vacío diplomático para reforzar sus relaciones con los pueblos del Tercer Mundo. Queda por verse si los últimos viajes del actual ministro de exteriores Biniamín Netanyahu a Argentina, Colombia y México (más ideológicamente cercanos a la derecha política del primer ministro) se encuadra en una revisión de la estrategia diplomática.