Hace pocas semanas estuve en Israel para una visita enfocada en su mundo emprendedor, junto a un grupo de casi treinta emprendedores y ejecutivos jóvenes de varios países de América Latina. Me parece interesante compartir algunas de las impresiones y lecciones provocadas por esta experiencia. Estas líneas no pretenden descifrar y explicar el surgimiento o el sustento de la Startup Nation —hay suficientes libros y expertos sobre el tema—. Tampoco tengo evidencia para generalizar, se trata simplemente de una colección de impresiones después de conversar muchos emprendedores y otros protagonistas del sector. Tampoco pretendo arruinar la experiencia de futuros viajeros con spoilers. Más bien todo lo contrario, animar a más personas a descubrir por su cuenta inspiración para sus empresas y emprendimientos. Intentaré concentrarme en el atractivo de esta experiencia para los jugadores activos del sistema empresarial-emprendedor, además del valor para la perspectiva del regulador o formulador de políticas públicas. En la sesión de cierre de la semana para compartir reflexiones, uno de los participantes más jóvenes del grupo comentó: “A mí me impresionó haberme encontrado con tanta gente contenta, atrevida, apasionada, y con hambre de hacer cosas grandes…”.
Durante la semana conocimos a unas 35-40 personas, entre emprendedores, directores de fondos de inversión, universitarios, centros de investigación, directores de diferentes tipos de agencias de promoción, públicas y privadas. No es que la vida sea fácil, pero a través de diferentes encuentros se percibe un nivel de entusiasmo, de profesionalidad y de ambición por metas altas, que nos resultó singular.
Nadie espera ni reclama al Estado que le resuelva la vida, pese a que el Estado tiene una presencia fuerte en el bienestar público, los sistemas de salud y educativo y el servicio militar obligatorio —una forma de impuesto de militancia ciudadana—.
Los emprendedores dan por sentado que, a priori, están solos, y cualquier mérito para progresar solo vendrá de ellos mismos. En una aceleradora de emprendimientos vinculados al cannabis medicinal, las paredes estaban totalmente cubiertas por la siguiente frase del sabio rabínico Hilel, a modo de inspiración: “Si yo no estoy para mí, ¿entonces quién? Y si solo estoy para mí, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo? (Tratado de los Padres 1:14).
De hecho, la expectativa respecto al rol del gobierno es que se ocupe de los asuntos estratégicos: política exterior, defensa y servicios públicos, que son muchos y con muy buen desempeño. Sobre la administración del país se espera que haya una planificación y ejecución no vinculada a la política: “El político no tiene por qué inaugurar obras, que están ejecutadas con mi dinero”, comentó un argentino radicado hace más de 20 años en Israel.
El mercado doméstico es limitado. Y el mercado regional no es una opción, tanto por condiciones geopolíticas como por capacidad de consumo. Aceptar esta realidad como una oportunidad hace que solo tenga sentido emprender considerando el mundo entero —literalmente— como el mercado objetivo.
Esta lógica de supervivencia, de todo o nada, de metas imposiblemente altas y ambiciosas, se adivina como subyacente en muchas otras dimensiones; y las personas parecen asumirla como desafío a superar antes que como restricción. En otras palabras, son atrevidos y lo creen posible, lo cual los mueve a hacer.
Lo que nos llevamos…
¿Qué aprendimos en la visita que no es posible captar de otra forma “sobre” la Startup Nation? El mayor valor viene de la inmersión, de la cantidad de detalles que no se pueden transmitir en un libro, una charla, un artículo. Y cada uno encuentra diferentes señales según su propia sensibilidad y las interpreta según su propia experiencia, formación, su propio prisma con el cual procesa la luz.
En casi todas las visitas interactuamos directamente con los fundadores, los directores, los emprendedores.
Ves cómo te reciben, cómo están vestidos, las oficinas en las que ocurren las cosas y, principalmente, cómo interactúan con sus equipos.
Son muy profesionales, pero hay muy poca formalidad innecesaria: es muy fácil acceder a una charla de café, a intercambiar datos de contacto, a explorar alternativas. Y también son muy directos si no les interesa la conversación, casi brutalmente eficaces. Pero es fácil acostumbrarse, se trabaja de acuerdo con una expresión en hebreo que significa “directo, al grano”.
Los estudios sobre culturas nacionales explican, por ejemplo, que la dimensión de distancia al poder, el rasgo que intenta describir la capacidad de cuestionar el respeto a la autoridad y la capacidad de cuestionar, en Israel es muy bajito (13) en comparación con Uruguay (65). Pero “ver” esa característica en vivo, en todos los ámbitos, es definitivamente mucho más enriquecedor e inspirador.