Yo era un joven oficial (Capitán) de tripulación en la
fuerza aérea de Israel, aquella terrible mañana del 19 de septiembre de 1985
cuando llegaron las noticias del devastador terremoto en México.
Pocas horas después, en una reacción casi natural, se lanzaba la operación
"Tono de Sonido" y se preparaba un avión Hércules israelí para
despegar hacia México con un equipo de expertos y equipamiento de rescate.
Fue una de las primeras misiones de ayuda humanitaria de Israel frente a un
terremoto en el exterior. Israel ha acumulado experiencia en la tarea de
rescate de derrumbes debido a las guerras y a los atentados terroristas.
Previamente a la llegada del contingente israelí a México, arribaron cuatro
expertos para detectar las necesidades de rescate y realizar las primeras
tareas junto a los socorristas mexicanos.
72 horas después del gran sismo aterrizó en México el avión de la fuerza aérea
israelí con equipos de detección de sobrevivientes; con excavadoras de tipo
Cobra que trabajan sin necesidad de estar conectados a la electricidad, e
inflables de tipo Carriot para levantar escombros.
El avión traía además una carga de medicamentos, alimentos básicos, carpas,
cobijas, mantas y colchones para la gente que sobrevivió la destrucción y que
quedó herida y sin techo.
El contingente israelí, que estaba compuesto por 24 oficiales e ingenieros, se
unió inmediatamente a los equipos de auxilio mexicanos e internacionales en sus
incansables esfuerzos de encontrar personas todavía vivas bajo los escombros.
Esta acción humanitaria era una manifestación de la amistad entre Israel y
México y expresaba la solidaridad profunda del pueblo israelí con el pueblo
mexicano en un momento tan difícil.
Israel, desde su creación en 1948, ha mantenido una visión y una política de
brindar ayuda a otras naciones necesitadas de asistencia técnica o ayuda
humanitaria.
Este compromiso se deriva del profundo ideal y tradición judía de "Tikun
Olam" -reparar el mundo- sin distinción de raza o religión, mismo que ha
sido un legado y una tradición milenaria.
El fundador del Estado de Israel, quien fue su primer Primer Ministro, David
Ben Gurión, lo expresó con estas palabras: "... Los principios de la ayuda
mutua y la igualdad deben también constituir la base de las relaciones
internacionales entre los pueblos... [y] deben basarse en la solidaridad de
todos los seres humanos...".
Desde este entonces Israel ha brindado ayuda humanitaria a países amigos como a
países con los que no tiene relaciones diplomáticas.
Así, y sólo a título ejemplar, Israel fue el primer país en enviar ayuda a
Haití y establecer un hospital de campo tras el terrible terremoto del 2010; y
este año enviamos aviones con ayuda humanitaria a Nepal.
Resulta pertinente mencionar que en el terremoto de 1985, la comunidad judía de
México, al tiempo que sufrió los estragos, se sumó intensamente a los esfuerzos
de la sociedad civil para atender las necesidades de los damnificados y brindó
una importante ayuda para fortalecer la unidad frente a este doloroso episodio.
Hoy, cuando estamos recordando esta tragedia y rindiendo homenaje a todas las
víctimas del gran terremoto que sacudió al país hace 30 años, vale también
reconocer los grandes esfuerzos y la voluntad humana de reconstrucción y
fortalecimiento de este país y su población. Los tiempos de recordar, de
rescatar el pasado, los trabajos de la memoria, también construyen el presente.
La solidaridad y el compromiso de ayuda por parte de amigos y aliados en
tiempos difíciles es lo que siempre nos da esperanza y fe para continuar
adelante.
Estamos agradecidos y orgullosos de haber podido estrechar nuestra mano amiga y
haber ayudado a México en un momento difícil.
El
autor es Embajador de Israel en México.
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