Al
acercarse las Grandes Festividades, en nombre de todo el pueblo de
Israel, os envío mis mejores deseos para un dulce Año Nuevo.
Sabemos
que la celebración del Año Nuevo es también un momento de introspección y de
oración. La tradición enseña que la humanidad pasa ante Dios y es inscrita para
un año bueno o un año malo. Después, en Yom Kipur, el día más sagrado, el Sumo
Sacerdote entraba en el Santa Sanctórum del Templo de Jerusalén y rezaba tres
oraciones. La primera por él mismo y por su familia. La segunda por su tribu y,
sólo entonces, rezaba por todo el pueblo. Parece extraño (incluso incorrecto)
que el Sumo Sacerdote empezase rezando por él mismo antes que por los demás.
Los Sabios explicaron que para realmente representar a todo el pueblo y para
realmente poner las oraciones de la nación ante Dios, el Sumo Sacerdote debía
primero ofrecer sus propias oraciones porque, sólo cuando estamos seguros de
nuestro propio camino, sabremos apreciar las necesidades y aspiraciones de los
otros.
Israel se
enfrenta a muchos retos tanto dentro como fuera: retos sociales, retos
económicos y, por supuesto, retos de seguridad. Retos que nosotros podemos
superar y superaremos, como hemos hecho antes tantas veces. Para conseguirlo,
sin embargo, debemos trabajar internamente para fortalecer nuestros propios
lazos, entre las diferentes comunidades que forman el pueblo israelí y entre
nuestros hermanos y hermanas, amigos y todos aquellos que apoyan a Israel
alrededor del mundo.
Tal y como
hacía el Sumo Sacerdote, espero que todos podamos dar la bienvenida al Nuevo
Año 5776 seguros de nuestro propio camino como individuos, como pueblo y como
nación.
Que todos
seamos inscritos en el Libro de la Vida para un feliz, saludable y dulce año".
Reuven
(Ruvi) Rivlin
Presidente
del Estado de Israel