La creciente presencia en Israel de migrantes indocumentados provenientes de países africanos se ha convertido en los últimos años en un problema social y político. El año 2007 marcó un incremento dramático del número de indocumentados, aumentando a partir de entonces de cerca de mil personas por año hasta 5000 anuales. Como consecuencia, hoy en día viven en Israel cerca de 60 000 personas originarias principalmente de África, sobre todo de Eritrea y Sudan, que han entrado ilegalmente por la frontera con Egipto.
Dado la historia del pueblo judío, hay una gran sensibilidad por parte de Israel frente a la condición de los refugiados, tanto por razones étnicas como políticas. Destaca en este sentido el caso de las decenas de refugiados vietnamitas rescatados por un barco israelí en 1976, a quienes el entonces primer ministro Menachem Begin decidió a otorgar la ciudadanía israelí por razones humanitarias. Dicha sensibilidad está en la base de la política israelí hacia los refugiados y se refleja también en los acuerdos internacionales de los cuales Israel es parte.
En cuanto a los migrantes indocumentados provenientes de África, el gran reto israelí es distinguir entre quienes llegan en busca de trabajo, es decir por motivos económicos, y refugiados políticos de zonas de conflicto o de guerra. A esta distinción se suma la necesidad de bloquear el acceso de elementos terroristas e impedir el tráfico de personas. Lo complejo de la situación radica en que dentro del creciente flujo de migrantes ilegales, muchos provienen de países con los cuales Israel no tiene relaciones, al tiempo que es específicamente sensible el caso de la frontera entre Israel y Egipto.
A lo largo de los años y debido a la situación bélica de sus países de origen, el gobierno israelí les ha otorgado visas temporales para permanecer en el país hasta que se aclare si son refugiados o trabajadores migrantes, lo que han resultado ser en la mayoría de los casos. Es por ello que un gran número continúan viviendo y trabajando de manera ilegal en Israel, concentrándose en el centro del país, especialmente en la ciudad de Tel Aviv.
En paralelo, y a pesar de su situación, se han conformado Organizaciones No Gubernamentales, además de agencias urbanas y municipales de apoyo. Una de las principales ONGs es Línea Directa para el Trabajador, creada en 1998, cuyos objetivos son promover los derechos de los migrantes indocumentados y refugiados, así como eliminar el tráfico de personas. Dicha ONG, así como otras más, también lucharon por los derechos de trabajadores llegados a Israel de otras regiones del mundo además de preocuparse por status legal de los hijos de los mismos.
Desde el año 2010 el gobierno israelí ha endurecido su posición frente a ellos, otorgándoles visas limitadas, sin permiso de trabajar, y buscando vías para que regresen a sus países de origen, intentando así disminuir esta población.
Es a la luz de este complejo trasfondo que hay que examinar las crecientes tensiones por parte de algunos ciudadanos israelíes hacia migrantes indocumentados, expresadas de manera violenta en las últimas semanas. Sin lugar a duda, nadie tiene el derecho de actuar de manera violenta y de poner en riesgo la vida de otras personas, actos que no pueden ser tolerados ni por ley ni por la ética y que han sido rechazados por el gobierno y por la gran mayoría de la sociedad en Israel.