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publicado el 11 de
abril en la Columna Ideas Mediterráneas del Periódico Excélsior
Mis queridos lectores, recordarán ustedes que ya
tuve la oportunidad de referirme en esta columna al remarcable hecho de que
Israel, durante un reducido número de semanas de la primavera, conmemora
acontecimientos fundamentales del pasado y de la historia contemporánea que han
forjado al pueblo judío. En este corto periodo, recordamos y también celebramos
festividades de carácter religioso así como efemérides de carácter nacional: Pésaj – en la cual narramos el éxodo del pueblo de Israel de Egipto, momento
en la historia en el que por primera vez se consolidó el pueblo judío; el Día del
Recuerdo del Holocausto; el Día
del Recuerdo de los Soldados Caídos en las Guerras y el Día de la Independencia.
El pasado
lunes, Israel conmemoró el Día
del Recuerdo del Holocausto - el acontecimiento más traumático de la historia
moderna del pueblo judío– fecha que corresponde en el calendario hebreo al
inicio del levantamiento del Ghetto de Varsovia (16.4.1943). La conmemoración
este año fue en el marco del 70 aniversario de dicho levantamiento, que simboliza el heroísmo judío de enfrentarse a los
nazis desafiando toda lógica y probabilidades de éxito.
Avner Shalev, Director del Instituto Yad Vashem, quien enfatizó en la ceremonia central el
significado de los levantamientos que organizaron jóvenes judíos en el Ghetto
de Varsovia así como en otros lugares que se encontraban bajo la ocupación
nazi, afirmó: “Con el paso del tiempo,
conocemos y entendemos más el
sentido de la decisión de rebelarse. Los jóvenes que tomaron estas decisiones
se encontraron bajo situaciones de carencia de medios y de armamento. A pesar
de ello, decidieron organizarse, lograron obtener escaso armamento y contaron
con el apoyo de la mayoría de los judíos de esos lugares. En el Levantamiento
del Ghetto de Varsovia 50 mil personas
se sublevaron en una rebelión civil, que a pesar de la desigualdad de
condiciones y de las vicisitudes, se
prolongó un mes. Esto sucedía mientras que en Europa, fuera del ghetto, no
existió ningún otro tipo de actividad
clandestina de combate; así, estos jóvenes estuvieron determinados a escribir
su párrafo en la historia judía.”
En la ceremonia fueron invitados a encender las
6 antorchas, que simbolizan a los seis millones de judíos asesinados, 6
sobrevivientes. Desafortunadamente, uno de ellos, el señor Peretz Hochman,
falleció unos días antes del acto, lo que nos hace recapacitar sobre la
progresiva desaparición de la generación de sobrevivientes del Holocausto, y
con ellos, de los testigos y portadores del testimonio existencial.
Como un tributo al Señor Hochman y a sus
colegas, quisiera presentar muy brevemente su historia personal: Peretz Hochman
fue un adolecente que atravesaba los muros del Ghetto para obtener alimentos
para sus padres. Después de que ellos fallecieron y el levantamiento del Ghetto
fue detenido, logró vivir en el lado ario, vendiendo cigarrillos en la plaza de
las Tres Cruces de Varsovia. A los 16 años participó en el levantamiento de los
polacos en el verano del 1944, lo que lo
hizo merecedor de dos condecoraciones del Estado polaco por su valentía.
Terminada la guerra, emigró a Palestina en 1946, donde participó en la Guerra
de Independencia (1948), casándose y
formando una familia.
Mientras más nos alejamos de esos eventos y más
disminuye el número de los sobrevivientes, crece la importancia de tener
registro de sus testimonios directos así
como la de recuperar el nombre de las víctimas, su identidad personal, para así
desafiar desde el presente la deshumanización a la que los buscó condenar el
nazismo. Esta labor, además del estudio riguroso del Holocausto, son algunas de
las principales tareas del Instituto Yad Vashem. Titánica labor
que no sólo tiene importancia para la memoria histórica del Pueblo Judío sino
que contiene significados universales y lecciones que nos afectan a todos.