Hace una semana la Knesset –el parlamento israelí- aprobó el 34 gobierno, encabezado por cuarta vez por Benjamín Netanyahu. Es interesante notar que a pesar de la victoria tan clara del Primer Ministro y su partido en las elecciones del pasado 17 de marzo, la formación de una coalición gubernamental probó ser muy difícil. Paradójicamente, el nuevo gobierno se basa en una mínima mayoría de 61 diputados (de un total de 120). De hecho, Netanyahu tuvo que aprovechar hasta el último momento el tiempo que otorga la ley para formar su nuevo gobierno.
Quizá la conclusión más sobresaliente del proceso de las negociaciones para formar la coalición radica en la noción de gobernabilidad, o de su falta. La fragilidad del actual sistema político se evidenció ya en el penúltimo gobierno y queda como un pendiente para los legisladores israelíes sin importar su matiz político. Sin embargo, cualquier primer ministro tendrá que armar una mayoría más convincente para lograr un cambio sustancial en el sistema electoral que resulte en una mejor gobernabilidad.
A pesar de lo dicho anteriormente, el nuevo gobierno podrá adelantar su agenda de política interior y exterior. Uno de sus retos en términos de política interior será bajar el alto costo de vida que afecta especialmente a las clases media y baja. Asumir este propósito será el rol principal del Ministro de Hacienda, Moshe Kajlon (del partido Kulanu), quien basó su propaganda electoral en la urgencia de una reforma fundamental en el mercado de la vivienda. Otro asunto que podría aparecer en la agenda gubernamental se refiere a las relaciones entre el poder judicial y el poder legislativo.
Debido al prestigio y a la confianza que goza el poder judicial en la opinión pública (así como a nivel internacional), a lo largo de los años se formó una tradición en que la Suprema Corte está dispuesta a involucrarse en casi todos los aspectos de la sociedad israelí y dar su opinión sobre cuestiones importantes tanto en lo nacional como en la esfera pública. Por otro lado, hay diputados en la Knesset que consideran, que como representantes auténticos de la sociedad, sus propuestas de ley deben tener mayor peso; asimismo, consideran que las decisiones tomadas por los políticos no deben estar sujetas a la constante crítica legal sino que los consultores legales deben buscar vías para apoyarlos a ejecutar sus políticas. En particular, puede resaltar el tema de la composición de la Suprema Corte y el método de elección de sus miembros, para que la composición de la Corte sea más representativa ante los diferentes sectores de la sociedad. De este modo, el nuevo gobierno tendrá que encontrar el balance adecuado para proteger el estatuto del poder judicial y mantener su independencia.
En cuanto a la política exterior, en la primera reunión del nuevo gobierno este último lunes, el Premier Netanyahu destacó la responsabilidad y la determinación del gobierno de mantener la seguridad de los israelíes y aclarar las “líneas rojas” frente a las amenazas que llegan de cerca o de lejos, al tiempo que se continuará de manera paralela con los esfuerzos de promover un entendimiento con los palestinos en el marco de negociaciones, sin comprometer los intereses primordiales de Israel.
Las semanas venideras determinarán la posibilidad de gobernar con una mínima mayoría. La alternativa será canalizar los esfuerzos para expandir la coalición, ganando así una mayor estabilidad política.