Siempre sabremos cómo protegernos, a nosotros mismos, por nuestros propios medios. El Holocausto siempre nos situará al pueblo judío como eternos vigilantes en el escenario de la humanidad, contra el antisemitismo, racismo y ultranacionalismo.
"Estoy aquí, entre las montañas de la ciudad israelí de Jerusalén", dijo el presidente, "en vísperas del Día en Memoria del Holocausto de 2016, entre los días de Pascua 'la fiesta de la libertad', y el Día de la Independencia de Israel, […]y doy las gracias en nombre de todos nuestros hermanos y hermanas, nuestros seres queridos que perecieron en el Holocausto: Am Israel Jai, el pueblo de Israel vive ".
"En otra generación, no habrá nadie entre nosotros de aquellos que sobrevivieron a ese infierno y que pudieran decir “Yo estaba allí y vi el horror con mis propios ojos”. Cada vez son menos los sobrevivientes del Holocausto que viven entre nosotros.
El número que fue tatuado en su carne está grabado en los corazones de esta nación por generaciones, y se ha convertido en el testamento en vida del pueblo judío ".
"El Holocausto nos guste o no se ha convertido en un factor determinante de los estándares de la comprensión sobre nosotros mismos, sobre nuestra relación con otras naciones, y sobre nuestro papel en el mundo. El Holocausto sitúa al pueblo judío frente a los principios básicos, como pueblo y como una nación que contempla el interior de nosotros mismos y hacia el exterior de toda la humanidad. Estos son los principios básicos que deberían unirnos a todos, más allá de nuestras posturas políticas, ideologías, u origen étnico.
"Creo que la memoria del Holocausto para las generaciones futuras, debe cumplir con tres principios básicos"[…] "En primer lugar, debemos ser capaces de defendernos siempre -. No debemos privatizar nuestra seguridad. El Estado de Israel no es, bajo ninguna circunstancia, la compensación por el Holocausto. Sin embargo, el Holocausto puso en perspectiva la necesidad crucial del pueblo judío de volver a sus raíces históricas, como una nación que toma su destino en sus manos. El antisemitismo y la persecución de los judíos no son una moda, o algo que puede ser tomado a la ligera. Es una difícil enfermedad crónica que penetra profundamente en el corazón y la historia de las naciones. Lo encontramos hoy en las voces que se pueden escuchar en el corazón de una Europa diferente.
El segundo punto es el destino judío compartido. En Auschwitz y Babi Yar, en la oscuridad y con gran temor, se forjó una alianza […]. Nuestra condición judía descendió sobre todos por igual.
Todos nosotros, los judíos, con fe o sin ella, los que creen en el sionismo y los que no, los del Este y los del Oeste, y los de cualquier parte del mundo son como un número. Vamos a tener siempre presente la sangre de nuestros hermanos y hermanas, individualmente o en comunidad, que nos grita desde el interior de la tierra. Vamos a seguir persiguiendo a los que niegan, a los que quieren olvidar y a los que quieren empañar la historia.
Siempre vamos a reconocer el hilo invisible que nos conecta con el pueblo judío como uno solo. El tercer punto, amado es el hombre creado a imagen de Dios. Esta es una verdad judía, la verdad humana más fundamental y el anticuerpo más profundo de los horrores del Holocausto, donde nuestra gente y todos nosotros nos convertíamos en polvo, en hormigas, en seres in-humanos. Amado es el hombre creado a imagen de Dios. Lo queramos o no, el Holocausto impone un deber difícil y terrible a la nación judía y su conducta. El Holocausto siempre nos situará al pueblo judío como eternos fiscales en el escenario de la humanidad, contra el antisemitismo, racismo y ultranacionalismo. Fiscales contra pactos con el diablo que comercian con la dignidad y la vida en beneficio propio. Fiscales contra la indiferencia, contra el relativismo del mal. Amado es el hombre, toda persona, creada a imagen de Dios. Este es un deber sagrado del que el pueblo judío no puede y no debe querer escapar en ningún momento, ni bajo ninguna circunstancia".
(Palabras extraidas del Discurso del Presidente Rivlin)