Janucá llamada la «Fiesta de las luces», se celebra durante ocho días, en la que se conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los iconos paganos, en el siglo II AEC.
La tradición judía habla de un milagro, en el que pudo encenderse el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite, que alcanzaba solo para uno. Esto dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender, en forma progresiva, un candelabro de nueve brazos llamado Janukiá (uno por cada uno de los días más un brazo «piloto»).
Este año 2012, la primera vela de la festividad se enciende al atardecer del sábado 8 de diciembre (25 de Kislev), y se extiende hasta el 16 de diciembre.
El milagro de Janucá está descrito en el Talmud. La Guemará, en el Tratado de Shabat, mientras habla sobre las velas de Shabat se refiere también al tema de las velas de Janucá y dice que después de que las fuerzas de Antíoco IV fueran expulsadas del Templo, los Macabeos descubrieron que casi todo el aceite ritual había sido profanado. Ellos encontraron una sola vasija con el sello del Sumo Sacerdotetodavía intacto, con suficiente aceite como para mantener encendida la Menorá en el Templo durante un solo día. Los Macabeos utilizaron este aceite y, milagrosamente, el mismo ardió durante ocho días (el tiempo que tomaba preparar aceite nuevo).
El Talmud presenta tres opciones:
- La ley requiere solamente una luminaria cada noche en cada hogar,
- Una mejor práctica es la del encendido de una luminaria cada noche por cada miembro del hogar,
- La mejor de las prácticas es la de variar el número de luminarias a encender en cada noche.
Las luminarias deben ser ubicadas fuera de la puerta del hogar, en el lado opuesto al de la Mezuzá, o en la ventana más cercana a la calle, salvo en épocas en las que los judíos son víctimas de persecuciones.