En Israel, como en muchos otros países, numerosos monasterios han abierto sus puertas a turistas cristianos para que, además de visitar el sitio, puedan pernoctar en el lugar y sentir de forma inmediata su santidad y espiritualidad.
Los monjes, conocidos por su ascetismo y humildad, estudian y rezan una gran parte del tiempo, aunque se ganan su sustento de diversas maneras, como por ejemplo arte y artesanías, agricultura y servicios de hospedaje. Con sus proverbiales buenos modales, los monjes reciben a sus visitantes con calidez y contribuyen así a que éstos se sientan cómodos.
Las habitaciones de los monasterios son modestas y sencillas, aunque limpias y minuciosamente cuidadas; en entornos bellos, junto a acicalados recoletos jardines ó edificios de gran belleza arquitectónica. Los monasterios están diseminados a lo largo y ancho del país.
En su mayoría, están alejados de los centros urbanos, lo que aumenta la sensación de santidad, retiro espiritual y ascetismo. Así, por ejemplo, vemos parte de ellos instalados en sitios naturales especiales (como los monasterios del desierto de Judea), cerca de los Santos Lugares según la tradición cristiana (el monasterio en el monte de las Bienaventuranzas) y unos pocos en localidades con mayoría cristiana (el monasterio benedictino en Abu Gosh). Por su peculiar ubicación, se recomienda salir y explorar el entorno y visitar diversos sitios cercanos a ellos.
Numerosos grupos de peregrinos que llegan a Israel acostumbran a hospedarse en monasterios y, además de las excursiones por las diversas regiones del país y las visitas a los lugares santos, se reúnen en las capillas para rezar, meditar y celebrar encuentros. La paz y la armonía, el carácter especial y auténtico y quizá la espectacular escenografía en algunos de los monasterios son los que atraen a numerosos peregrinos cristianos y visitantes que buscan vivenciar el ambiente de santidad que los envuelve.
Fuente: www.goisrael.com