Hoy,
conmemoramos el Día Internacional en memoria de las
víctimas del Holocausto. Este día, hoy en su undécimo año, fue establecido en el calendario de
las Naciones Unidas, a iniciativa de Israel, y cada año desde entonces la
organización lo marca con el compromiso de preservar la memoria de la Shoá.
Hoy recordamos a seis millones de
personas, en aquel entonces un tercio de la nación judía, de ellos alrededor de
un millón y medio de niños, que fueron asesinados, sofocados, gaseados hasta la
muerte, enterrados vivos y quemados. Seres humanos que murieron de hambre, de
sed, de enfermedad y de otros horribles tipos de muerte en el crimen más
horrendo jamás cometido en la historia de la raza humana, contra
un pueblo que ha sido atormentado, exiliado y perseguido como ningún otro
pueblo en la historia - pero que nunca se rindió.
De manera más personal, y con su
permiso, hoy recuerdo a todos los miembros de la comunidad judía de Italia que
fueron víctimas del fascismo y el nazismo, y a más que 7680 de mis hermanos que
fueron exterminados, entre ellos decenas de miembros de mi familia.
Damas y caballeros,
La Shoá se llevó a cabo durante el apogeo de la edad de la razón y marca un
hito en la historia de la humanidad. Nos llevó a reconocer sin ambages en toda
su magnitud la capacidad del ser humano de ser inhumano con sus congéneres.
Reveló el potencial de desvirtuar la tecnología, la filosofía, la cultura y la
ideología para cometer actos en una escala inimaginable y con un grado indescriptible
de crueldad.
Sin embargo, aunque la Shoá fue una tragedia singular para el pueblo judío, sus
enseñanzas son universales. No por nada la
Shoá sirvió
para dar un impulso crítico al desarrollo de los derechos humanos; a la
elaboración de convenciones internacionales que han hecho época, como la
Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, y al propio
establecimiento de las Naciones Unidas.
El llamamiento "Nunca más", entonces, no puede ser sólo un compromiso de los
sobrevivientes, y tampoco un compromiso del mundo sólo con los miembros del
pueblo judío. "Nunca más" debe ser un compromiso de combatir
cualquier tipo de racismo e incitación, la humillación y toda clase de
discriminación. Esta tragedia debe ser
siempre una advertencia para todo el mundo sobre los peligros del odio, el
fanatismo y los prejuicios; y una advertencia de permanecer vigilantes para
prevenir la reaparición de ese mal, en aras de las generaciones venideras.
Hoy
en día, mientras el fundamentalismo está levantando su abominable cabeza, hay
que recordar que el mal no es propiedad de ninguna religión específica; al
igual que no es el atributo de cualquier país o grupo étnico. Aquellos que
consideran el islam, el judaísmo o el cristianismo como enemigos del mundo
están equivocados y engañan a otros.
Pero
principalmente, “nunca más” debe ser un compromiso con las comunidades judías
dondequiera que se encuentren para luchar contra el antisemitismo en todas sus
formas y con todos los medios a disposición a nivel nacional e internacional. El cumplimiento de esa responsabilidad es tanto más
urgente ante el alarmante incremento en el mundo de actos de antisemitismo,
negación de la Shoá,
incitación, acoso o violencia contra personas o comunidades judías.
Según cifras proporcionadas por el
Centro Kantor para el Estudio del Judaísmo Contemporáneo Europeo en la
Universidad de Tel Aviv, en 2014 la violencia antisemita se incrementó en un 40
por ciento en todo el mundo. En ese año se registró un total de 766 incidentes
violentos de antisemitismo, un fuerte aumento de los 554 contabilizados en
2013. Algunos comentaristas observan que los acontecimientos recientes en Europa
han demostrado que el sentido de la seguridad de los judíos en algunas partes
del continente está en su punto más bajo desde el fin de la Shoá y muchos están
abandonando sus hogares como consecuencia de ello.
Mientras
que la extrema derecha se ha ido fortaleciendo definitivamente en varios países
europeos, la mayor amenaza no viene de los neonazis o los fascistas. Hoy día estamos siendo testigos de un nuevo tipo de
antisemitismo despreciable y cruel que debemos también combatir globalmente.
Este nuevo antisemitismo no tiene nada que ver con la presencia judía en los
países y no esta disfrazado de cristiano-religioso ni como una teoría
pseudocientífica, sino patrocinado por la combinación implacable de
antisemitismo racista de la peor especie y el fundamentalismo islámico.
Sí,
el sufrimiento de los musulmanes en Europa es real pero ciertamente no viene de
los judíos, mientras que muchos de los ataques contra judíos están perpetrados
por musulmanes. Entonces, como no podemos quedarnos en silencio ante fenómenos
de racismo e intolerancia, independientemente de sus víctimas, tampoco podemos,
en nombre de lo políticamente correcto, ocultar esta dura realidad.
Damas y
caballeros,
El tema del Día Internacional en memoria de las
víctimas del Holocausto de este
año es “El Holocausto y la dignidad humana”. Como dice el sitio web del
programa de divulgación sobre la Shoá de
Naciones Unidas: “el Holocausto, que resultó en la destrucción de casi dos
tercios de los judíos europeos, sigue siendo uno de los recordatorios más
dolorosos del fracaso de la comunidad internacional para protegerlos.”
Repito: “el fracaso de la comunidad
internacional para protegerlos”.
Eso se refiere a un pasado no tan
lejano, un pasado que a medida que la generación de sobrevivientes del
Holocausto y sus liberadores van desapareciendo,
pronto pasará de la recordación a
la historia. Pero hablando del presente, podemos decir honestamente que la
comunidad internacional está cumpliendo con su obligación de proteger a los
judíos?
Si un hombre judío no puede
caminar por las calles de Marsella llevando la kipá; si un cementerio judío es profanado en Concepción del Uruguay; si una sinagoga es vandalizada en
Estambul – está la
comunidad internacional protegiendo a los judíos? Y si en Bogotá acosan y maltratan
a una pareja judía en un avión o llaman en las redes
sociales a boicotear empresas cuyos propietarios son judíos colombianos o a
echar a los judíos del país – está la comunidad internacional protegiendo a los judíos?
Entonces, ¿qué
valor tiene declarar “nunca más” si alrededor del mundo sigue creciendo la
violencia antisemita, tomando nuevas formas y orquestada por viejos y nuevos
instigadores? ¿Qué valor tiene declarar “nunca más” si la violencia antisemita
viene ignorada u ocultada por motivos políticos? En puros términos morales, que
diferencia existe entre los autores de actos antisemitas y aquellos que ocultan
estos actos del conocimiento público o hacen caso omiso a su naturaleza,
volviéndose de este modo en habilitadores de la misma discriminación.
Hace
unas semanas, se marcó en Francia y en otras partes del mundo el primer
aniversario de los atentados en Paris contra el supermercado Hyper Cacher y la
redacción de Charlie Hebdo. Gerard Biard, su editor, escribió en la más reciente
edición de la revista: “Mientras que los asesinatos lanzaron un debate mundial
sobre el papel de la religión y de la libertad de expresión, nadie se molestó
en explicar al mundo porque atacantes islámicos también se fueron encima a un
supermercado kosher”.
Si, como dijo Elie Wiesel, la indiferencia ante el
sufrimiento humano no es solamente un pecado, sino también un castigo, y que al
denegar la humanidad del otro estamos traicionando la propia, ¿qué decir de la
indiferencia de líderes de opinión y dirigentes políticos ante lo que le está
pasando a los judíos en las calles de Europa y de Israel en estos días? ¿O ante
la campaña de deslegitimación del único estado judío?
Cierto,
no toda crítica a Israel está relacionada con el antisemitismo, pero, de hecho,
la mayor parte de la llamada crítica a Israel alimenta a diario la creciente
demonización del estado judío, que a su vez desemboca en alguna forma de aversión,
hostilidad e incluso odio a los judíos. Como dijo hace unas semanas el Papa
Francisco en una reunión con el presidente del Congreso Judío Mundial:
"atacar judíos es antisemitismo, pero un ataque deliberado contra Israel
es también antisemitismo." Es a través de sus palabras que reafirmamos
fuertemente que el antisionismo es la forma más moderna de antisemitismo.
A
menos que los gobiernos y las sociedades civiles europeas no hagan frente al
tratamiento de Israel en los medios de comunicación y el vínculo entre las poblaciones
musulmanas y el antisemitismo, todos los esfuerzos que se realicen en este
marco no tocarán más que la superficie de las cosas. De igual manera la
comunidad internacional tiene la responsabilidad de hacer rendir cuentas al
liderazgo palestino por su antisemitismo y su abierta incitación a
matar judíos, mientras sus medios de comunicación glorifican a los asesinos de
judíos como mártires.
Las Naciones Unidas hicieron justicia con el
pueblo judío en declarar el 27 de enero Día Internacional en memoria de las víctimas de
la Shoá, pero su membrecía está compuesta en su
mayoría de regímenes que no tienen nada que ver con su Carta y que promueven la
deslegitimación y deshumanización de Israel a través de resoluciones cada vez
más inflamatorias en la Asamblea general y en otros organismos, especialmente
en el Consejo de Derechos Humanos. Y como se puede guardar silencio mientras
en momentos que estamos conmemorando la Shoá, Irán – miembro de Naciones Unidas
que tiene una política oficial de negación de la Shoá y que llama a la destrucción de
Israel en abierta violación a los principios de la organización – organiza
concursos internacionales de caricaturas antisemitas sobre el tema. Invitamos a Naciones Unidas a fortalecer la
lucha contra el antisemitismo en muchos casos disfrazado de antisionismo
o ataques contra el Estado de Israel y su derecho a existir.
Damas y
caballeros,
La lucha contra el antisemitismo y contra los
intentos de reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial, blanquear los
delitos y glorificar a los nazis y sus allegados debe ser tan política como
educativa. Tenemos que aumentar los esfuerzos para la educación
de las nuevas generaciones con el fin de concientizar a los jóvenes de hoy que
desconocen esos hechos históricos de la Shoá. No es suficiente inculcar los valores universales
de la paz, la libertad, la tolerancia y el respeto mutuo, sino también
defenderlos. Por ello creemos que la inclusión del
tema de la Shoá en el currículo de los estudios de los colegios
en Colombia es de suma importancia.
El
estado de Israel y la comunidad judía hacemos nuestra parte: en enero mandamos
por primera vez desde 2009, dos destacados docentes colombianos a participar en
un seminario internacional sobre la Shoá ofrecido por el Instituto Yad Vashem
en Jerusalén. En las próximas semanas, en cooperación con la Embajada de
Polonia, presentaremos en distintos colegios de Bogotá una exposición y un
documental sobre Janusz Korczak, el médico, pedagogo y escritor judío polaco que
a pesar de ofertas de ayuda, no quiso abandonar a los niños de su orfanato en
el gueto de Varsovia y fue exterminado con sus protegidos en el campo de exterminio de
Treblinka.
El
Holocausto nos enseñó que recuerdo sin determinación carece de sentido. Nos
mostró que la conciencia debe coincidir con la acción, por esto seguiremos alentando
a los gobiernos para crear programas que transmitan el recuerdo de la Shoá a las generaciones futuras, con el fin de luchar incesantemente contra el
antisemitismo, la incitación, la discriminación y el odio, y
reflexionar en la necesidad de promover la paz y los derechos humanos.
Antes de concluir, quiero agradecer
de manera especial al Embajador de Italia, S.E. Señor Gianni Bardini, por todo su apoyo al
sumarse este año a esta sentida conmemoración; al Colegio Leonardo Da Vinci y a
su rector, el señor Fernando Vita, por abrirnos sus puertas; a la Sra. Estela
Golsdtein y a la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, por hacer
posible cada año la realización de este importante evento; y al Coordinador
Residente de Naciones Unidas en Colombia, el Señor Fabrizio Hochschild por su apoyo
tan valioso.
Muchas
gracias.