Queridos amigos,
Es un honor para mí poder estar aquí, compartiendo
con los amigos de Israel y los miembros de las comunidades israelí y judía de
Colombia en la celebración de los 67 años de independencia de Israel – el
restablecimiento de una nación independiente judia en nuestra tierra ancestral.
Hace menos de tres meses llegué a este hermoso país,
a esta dinámica ciudad, y en este corto período he sido recibido con los brazos abiertos. Me siento feliz de estar
aquí esta noche por primera vez junto con todos ustedes.
Israel ha encontrado en Colombia uno de sus mejores
y más cercanos amigos del continente. Nuestras relaciones diplomáticas son casi tan largas como la existencia del
Estado de Israel. Como siempre, estamos comprometidos a mejorar y diversificar constantemente
nuestras relaciones bilaterales y trabajar en conjunto en pro de
un futuro mejor para ambas naciones.
Colombia es uno de nuestros principales socios
comerciales en América Latina y en los últimos
años hemos sido testigos de un intercambio sin
precedentes entre ambos países. Las relaciones se han ido desarrollando
extraordinariamente en varios sectores y desde que Colombia fijo como unas de sus prioridades la tecnología y la
innovación, se han abierto nuevos espacios fascinantes para nuestra
cooperación.
Asimismo, la ratificación del TLC por parte de
Colombia y su entrada en vigor facilitará no solo la diversificación del
comercio, sino también la entrada de inversiones israelíes en los sectores de agua, agricultura, infraestructura y tecnología, en
los cuales existe un gran potencial.
En los
proximos meses esperamos también
finalizar:
- Un Acuerdo de Cooperación en Investigación y Desarrollo Industrial,
que proveerá apoyo mutuo al desarrollo de nuevos productos o procesos que
podrán ser comercializados en el mercado global;
- Un Acuerdo de Cooperacion en la área de Turismo;
- Y un Protocolo financiero, que entre otros aspectos facilitará la inversión
entre las dos naciones y ayudará en la protección de inversiones, mejorando las
tasas de rendimiento.
Al mismo tiempo, y luego que el
año pasado Israel fuese aceptado como
país observador de la Alianza del Pacífico, esperamos estrechar aún más nuestros
lazos económicos con los países miembros de esta Alianza en áreas de un mutuo
interés.
Señoras y señores, amigos todos,
En los últimos años Israel se encuentra frente amenazas sin precedentes
en sus fronteras, con el predominio del Estado islámico y la decadencia de los
antiguos regímenes: a las amenazas de Hezbollah en el Líbano y de Hamas en la
Franja de Gaza se sumaron la amenazas de grupos islamistas en el Sinaí y del
lado sirio de las alturas del Golan. Estamos en el medio de un levantamiento
que podría durar generaciones que tiene como núcleo la lucha entre el eje
radical y los países más moderados del Oriente Medio.
Por otra parte, Irán, que ve a Israel como su principal enemigo estratégico,
constituye una mayor amenaza para nuestra región y para la paz mundial. La combinación del apoyo a grupos terroristas, su programa
nuclear y sus llamados a borrar del mapa a Israel, son una amenaza palpable.
Pero la preocupación por el régimen iraní y sus intervenciones regionales y
globales es compartida también por otros países árabes.
Estamos igualmente preocupados por
los esfuerzos de Irán - que ha sido involucrado en atentados terroristas perpetrados
contra el centro judío AMIA y contra nuestra Embajada en Buenos Aires - para
penetrar América Latina. La red terrorista de Irán ahora abarca más de 30
países: una nueva célula terrorista se suma cada pocas semanas, directamente o
a través de Hezbollah.
Señoras y señores,
La Declaración de Independencia de Israel, su ‘certificado de
nacimiento’, del 14 de Mayo, 1948, dice: “Extendemos nuestra mano a todos los
estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena vecindad, y los
exhortamos a establecer vínculos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo
judío soberano asentado en su tierra. El Estado de Israel está dispuesto a
realizar su parte en el esfuerzo común por el progreso de todo el Medio
Oriente.”
Estas palabras reiteran que Israel es un país de paz: el estado soberano
de un pueblo en que la paz siempre ha sido codificada en su ADN y en sus
escrituras, escrituras que nos han servido como faro desde el primer momento de
su creación.
Como hemos demostrado en el pasado, estamos dispuestos a hacer grandes
sacrificios para lograr la paz. Seguimos comprometidos
con una solución de dos estados para dos pueblos: un estado palestino viable y desmilitarizado
que reconozca al Estado judío. Estos son los cimientos de una paz duradera,
suponiendo que la región no será abatida por fuerzas más grandes.
Pero nunca comprometeremos nuestros intereses vitales de seguridad. Para
Israel es fundamental poder garantizar que en las áreas que cedamos no se
repita lo que sucedió en el Líbano y en Gaza hace menos de un
año. Estos no son caprichos, no son pretextos, excusas, argumentos. Esto es
real. En las propuestas internacionales
presentandas estos días no hay ninguna referencia a estas necesidades o a
nuestros otros intereses.
La forma de llegar a un acuerdo es sólo a través de negociaciones
bilaterales directas: rechazamos enérgicamente los intentos de forzar un
dictado de parte de aquellos que aseguran que los peligros que
enfrentamos no son peligros reales en absoluto.
Nuestro anhelo de paz nunca va a ensordecer las voces de aquellos que
buscan nuestra destrucción. Nuestros enemigos han tratado de hacerlo hasta y
desde el nacimiento del Estado de Israel. Primero con ejércitos, luego con
terrorismo y más recientemente con una guerra jurídica, de lo cual no han
tenido éxito entonces y no lo tendrán en el futuro. Los que están tratando de
llevar a Israel a la Corte Penal Internacional, son aquellos que apoyan el
lanzamiento indiscriminado de cohetes contra civiles y se esconde detrás de
civiles y niños y sus partidarios.
Hace pocos días el Primer Ministro
Netanyahu llamó nuevamente al Presidente Abbas a
volver a las negociaciones sin condiciones previas. La Autoridad Palestina promulga que quiere una
solución negociada para conseguir la paz, pero sus actos demuestran todo lo
contrario. Abbas pidió recientemente etiquetar y boicotear cientos de productos israelíes. Este no es el
lenguaje de la paz. Los palestinos se niegan a negociar y luego buscan
la presión internacional, las sanciones y boicots a Israel para que no se den
las negociaciones.
La historia nos ensena que para llegar a un acuerdo, ambas partes tienen
que comprometerse. El liderazgo de un pueblo que está buscando hacer realidad
su aspiración a la autodeterminación no puede lograrla deslegitimando el
derecho a la autodeterminación del otro.
Es hora de que el liderazgo palestino mire a su gente a los ojos y le
digan que, como los israelíes, ellos tampoco van a poder realizar todos sus sueños.
Por el momento, ese liderazgo prefiere recurrir a la guerra jurídica y
mediática, a la deslegitimación y la denigración.
Queridos amigos,
Me siento feliz de estar con todos ustedes y que podamos celebrar juntos el
renacimiento del Estado de Israel: un país independiente y
democrático, con una sociedad multicultural, tolerante y pluralista, cuyos
aportes en distintas áreas al bienestar de la humanidad son fuente de mucho
orgullo para nosotros.
Shalom y Jag Sameaj!!