Shalom y buenas noches,
Esta noche festejamos en Colombia el sexagésimo sexto
aniversario de la independencia del Estado de Israel. En este evento tan
especial para israelíes y judíos, quiero agradecerles por compartir con
nosotros esta celebración.
El moderno Estado de Israel surgió hace 66 años de las
cenizas del Holocausto. Esta independencia histórica culmino los esfuerzos y
las esperanzas de un pueblo, que durante 2,000 años de exilio no dejo de soñar
con el retorno a su patria ancestral, la Tierra de Israel.
Ustedes probablemente esperarían que yo, como embajador de este maravilloso
país, dijera que Israel es la única nación en este planeta cuyo derecho de
existir está constantemente cuestionado, su legitimidad, permanentemente
desafiada y sus fronteras, diariamente amenazadas, y que aun así no hay nada que los israelíes anhelen más que
la paz y que estamos convencidos que a pesar de todos los obstáculos, podemos avanzar junto a los palestinos y alcanzar un
compromiso histórico.
Y posiblemente hubieran querido que mencionara que a
pesar de las difíciles condiciones climáticas, escases de agua, terreno desértico
y falta de recursos naturales, los israelíes han logrado convertir al país en
un oasis verde, cuya principal característica hoy dia son los jóvenes de 25
años que piensan y respiran innovación y emprendimiento y desarrollan
soluciones y aplicaciones para los desafíos que enfrenta la humanidad.
Ustedes tendrían toda la razón si sus expectativas de
este discurso incluirían también una reseña corta de todo lo que hemos logrado
en los últimos 3 años en nuestras relaciones con Colombia, nuestro mayor aliado
en esta parte del mundo, como por ejemplo la visita histórica del Ministro
Israelí de Defensa, el espectacular concierto que ofreció nuestra filarmónica,
el acuerdo sin precedentes de Libre
Comercio que se logró en tan solo 14 meses, nuestra significativa aceptación a
la Alianza del Pacífico como Estado Observador, la reciente histórica
resolución del Gobierno Israelí de elevar nuestras relaciones con América
Latina, a través de los países de esta Alianza, especialmente Colombia y México,
nuestra estrecha cooperación en innovación y emprendimiento, el proyecto de
mejorar la producción lechera en el Atlántico, la fructífera visita del Presidente
Santos a Israel y la visita histórica, próxima en venir, de nuestro Primer
Ministro Binyamin Netanyahu, que no cabe duda alguna que impactara nuestras
excelentes relaciones por muchos años.
Y muy seguramente ustedes esperarían que les informara
también acerca de esta gran producción del concurso de diseño, inspirado por la
hermosa ciudad de Tel Aviv, que veremos enseguida, sobre el cual mi esposa Adi
y yo hemos soñado durante años, ya que ella viene del mundo de la moda, y que
este desfile es el resultado de un año de trabajo intenso desde que ella
gestiono la idea y conocimos a nuestro queridísimo amigo Arturo Tejada, quien
merece, junto con su equipo, un fuerte aplauso por todo lo que han hecho, así
como los integrantes de la Embajada, ya que este evento es producto de su arduo
trabajo, sobre todo Lorena Marulanda por su entrega y dedicación. Fue
verdaderamente un placer ver a todos ustedes poniéndole el alma al proyecto y creo
que merecen un ruidoso reconocimiento.
Dichos temas y más debería yo mencionar sin duda
alguna en este discurso. Y sin embargo, estimados amigos, esta noche
quiero enfocarme con su permiso en temas más personales.
Hace 2 años y 9 meses llegamos a esta maravillosa
tierra que nos acogió. Nuestro tiempo en Colombia se ha caracterizado por una
experiencia personal y profesional inigualable e inolvidable. Las amistades y
el cariño que hemos recibido nos han llegado al corazón. Nos enamoramos de su
diversa música y distintos bailes, desde el ritmo de la salsa hasta los pasos
de la cumbia, nos fascino su sabrosa comida, desde la Mazorca de mi hija Arad,
el Ajiaco de Eden, la Bandeja Paisa de Idan, la Arepa de Adi y hasta mi Carne
de Andres.
Pero sobre todo nos encantó su gente, los caleños, los
costeños, los paisas y bueno también los cachacos.
En hebreo hay un dicho que dice que cada cosa buena
tiene un fin. Nuestra misión en Colombia se ha completado. Pronto partiremos a
Israel. Para mi esposa y para mí, ha sido un enorme honor y privilegio servir a
nuestro país en Colombia. Siento que hemos logrado nuestras metas en este corto
plazo, de manera que hoy puedo decir orgullosamente, con toda la humildad, que
dejamos una huella significativa en nuestras relaciones bilaterales.
Nos vamos pero siempre llevaremos un rincón cálido
para Colombia en nuestros corazones.
Extrañaremos a la tierra de Gabo, Botero, Carlos Vives,
el “Pibe” Valderama y Nairo Quintana y por lo tanto, esta noche no queremos
decir un adiós sino un hasta luego.
Finalmente, vamos Colombia, a conquistar el Mundial
Muchas gracias.